Ernesto Piedras | El Economista | 14 Octubre 2015
Algunos meses atrás, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) dio a conocer que este año licitará frecuencias para la provisión de servicios de radio AM y FM.
Cabe aquí preguntar: ¿sigue vigente esta plataforma tecnológica de contenidos sonoros? De acuerdo con el INEGI, tres cuartas partes de la población emplean con regularidad estos servicios y para aquellos que carecen de internet, sigue representando uno de los principales medios de acceso a contenidos de información, educación, cultura y entretenimiento.
En efecto, la radio coexiste en un amplio ecosistema de plataformas y medios de acceso a contenidos, junto con Internet y la televisión abierta y restringida, con los que además compite por los ingresos del mercado publicitario.
Esta inminente entrada de nuevas estaciones de radio en diferentes regiones del país, en principio induce a pensar que contar con un mayor número de competidores es mejor por su efecto de expansión de la oferta. Si así fueran las cosas, la licitación luce como una buena oportunidad para aumentar la oferta de contenidos radiofónicos.
No obstante, para la evaluar la viabilidad de entrada de nuevas estaciones de radio en FM, el IFT empleó una metodología basada en una muestra de tan sólo 34 localidades, con interés manifiesto por establecer nuevas estaciones. Para la construcción de su inferencia, determinó un parámetro poblacional mínimo promedio de 7,631 personas, para operar una frecuencia comercial. Y con ese criterio raso, a nivel nacional, dejó de lado características socioeconómicas de cada localidad (demanda) e incluso desestimó las condiciones de operación de las estaciones de radio ya establecidas (oferta). Es decir, que en su construcción metodológica, no modela los elementos del mercado y toma indistintamente los hábitos y poder adquisitivo de comunidades como Garza García (Nuevo León) y San Juan Bautista Tuxtepec (Oaxaca).
Un primer apunte que cabe destacar sobre la métrica del IFT consiste en que 57% de las frecuencias consideradas para el próximo proceso licitatorio, se otorgarían en la región sur-sureste del país que cuenta con bajo poder adquisitivo y limitada audiencia resultante de su dispersión poblacional. Adicionalmente, ahí grupos radiodifusores han dado a conocer importantes pérdidas de ingresos por publicidad en razón de las condiciones de violencia e inseguridad prevalecientes en sus regiones. Por ejemplo, sus pasados clientes explican los desincentivos para anunciar su actividad comercial local, en un contexto de extorsiones por grupos delictivos. Además, en esas regiones desfavorecidas la demanda efectiva por servicios de radiodifusión sonora comercial no muestra la capacidad de soportar oferta incremental, al operar actualmente en términos de subsistencia operativa.
Incluso vale recordar que las nuevas tecnologías de acceso a contenidos acumulan una participación cada vez mayor frente a medios tradicionales. Los anuncios publicitarios en Internet contabilizan ingresos de 12% del total de la inversión publicitaria, frente a 9% de la radio. En este contexto, habilitar nuevas estaciones podría resultar en una buena intención que pondría en riesgo la viabilidad de ambas, las estaciones entrantes y las ya establecidas.
Sin duda, todos estos apuntes de análisis sobre la viabilidad de la entrada de nuevos competidores en radio en México deben ser considerados por el órgano regulador, puesto que el riesgo latente ante un escenario de saturación, depredación e inviabilidad de estaciones de radio, traduciéndose en una pérdida de alternativas de acceso a contenidos para la población y con ello, en una pérdida en el bienestar social.
