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Un nuevo estándar

 

 

 

 

Eduardo Ruiz Vega | La Razón | 29 de enero de 2016.

Después de dos décadas, se avisora una nueva transición tecnológica, denominada por algunos entusiastas, como una verdadera revolución en el mundo de la televisión radiodifundida de señal abierta y gratuita.

Todo parece indicar, como ya se menciona insistentemente en diversos foros a nivel internacional, que el actual estándar de transmisión para la televisión digital terrestre, el “ATSC 1.0”, cederá espacio de manera gradual en los próximos años en diversas latitudes al nuevo estándar “ATSC 3.0”. De hecho, diversas empresas de televisión radiodifundida de Corea del Sur han anunciado que iniciarán transmisiones con el nuevo estándar tecnológico a inicios del 2017.

El ATSC 1.0 es el estándar que actualmente utilizan en nuestro país las estaciones de televisión abierta, con el cual fue sustuida la televisión analógica a nivel nacional tan sólo hace un par de meses cuando se concretó la transición digital terrestre y se llevó a cabo el denominado apagón analógico, por mandato constitucional, el 31 de diciembre pasado. Este estándar permite la transmisión de contenidos en formato digital, con alta definición de audio y video, y aún está siendo experimentado por el amplio segmento de la población mexicana que utiliza a la radiodifusión como el medio principal para el consumo de contenidos audiovisuales.

La adopción del estándar ATSC 1.0 en nuestro país inició desde el año 2004, cuando la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) emitió la política original para llevar a cabo la transición de la televisión analógica a su nuevo formato: la televisión digital terrestre de alta definición. La conclusión del periodo para llevar a cabo este cambio trascendente fue avisorada de manera inicial por la autoridad para llevarse a cabo hasta el 2021. No obstante ello, como ha sido ampliamente documentado en la opinión pública, las autoridades que sustituyeron a la SCT en la conducción de este proceso, la extinta Comisión Federal de Telecomunicaciones en primera instancia y el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), a partir de su creación y posterior integración por mandato constitucional en el 2013, concretaron el apagón analógico con seis años de anticipación al planteamiento original.

El adelanto del apagón analógico no fue sencillo. La política pública establecida por la SCT tuvo que ser modificada sustancialmente en dos ocasiones y, además, el Estado Mexicano debió asumir la inversión de miles de millones de pesos para dotar a la población de escasos recursos con televisores capaces de reproducir las nuevas señales, a efecto de garantizar la continuidad de este servicio público cuyo acceso ha sido elevado por nuestro marco jurídico, en años recientes, a un derecho fundamental de los habitantes del país.

En este contexto, el impulso que está recibiendo la adopción del nuevo estándar de televisión radiodifundida a nivel internacional, a todas luces normal, ya que representa una versión mejorada del estándar que ha sido utilizado en mayor o menor medida durante dos décadas en diversos países, deberá ser cuidadosamente evaluado por la industria y las autoridades de nuestro país.

Cualquier evolución que sirva para mejorar la calidad y oferta de los servicios que se prestan a la población debe ser percibida, de inicio, como positiva. No obstante ello, el ritmo en la gradualidad con la cual se adopten estos cambios deben tomar en cuenta las circunstancias socio-económicas que privan en la geografía correspondiente, teniendo en mente como un valor superior la necesidad de garantizar el acceso de la población a estos servicios de orden público.

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