Gerardo Soria | El Economista | 5 Abril 2016
En un artículo reciente, Fernando Negrete, presidente de la Amedi, descalifica, sin nombrarnos, a todos aquellos que hemos manifestado la incoherencia de que una ONG se dedique a abogar por los intereses de la empresa que concentra 70% del sector telecomunicaciones y pida vehementemente que se le autorice prestar servicios de televisión restringida, sin considerar que de la noche a la mañana trasladaría su dominancia también a ese otro mercado.
En un rebuscado argumento que dice algo así como: “por el bien de los desconectados y con base en la epistemología, primero la televisión para Telmex”, la Amedi insiste en que no habrá reforma en telecomunicaciones si no se le lleva servicios a los que no los tienen y que la única manera de que eso suceda es autorizándole a Telmex prestar servicios de televisión por cable. Aún no encuentro la relación causa-efecto entre ambas cosas, pero sí nos consta que los sobreprecios que los mexicanos hemos pagado al preponderante desde 1990 no sirvieron para conectar a los desconectados, sino para comprar las empresas extranjeras que dieron lugar al conglomerado gigante que hoy es América Móvil. No veo por qué esa lógica habría de cambiar si se les autoriza prestar televisión por cable.
Tradicionalmente, la industria de la televisión por cable se ha valuado por el número de casas pasadas, que es el número de clientes potenciales. Telmex es la única red que tiene cobertura nacional, por lo que es, por mucho, la red con mayor número de casas pasadas y con mayor número de clientes potenciales. Mientras los competidores no hayan sido capaces de duplicar esta red o mientras la desagregación efectiva de la red de Telmex no sea una realidad, sería un completo despropósito autorizarle la prestación de servicios de televisión por cable. Simplemente se estaría condenando a la competencia al enanismo en ese mercado y a la inanición para enfrentarlos en banda ancha fija y telefonía fija. Eso es lo que pretende la Amedi a cambio de unos centavos.
La Amedi dice velar por el derecho a la información, pero pasa por alto que su protegido favorito, América Móvil, es la empresa de televisión restringida más grande de Latinoamérica. Si el Instituto Federal de Telecomunicaciones comete el grave error de regalarle el territorio mexicano, recuerden que todo México es su territorio, la capacidad de compra de contendidos exclusivos a programadores extranjeros desplazaría del mercado al resto de los competidores mexicanos, que serían incapaces de replicar las ofertas de América Móvil, dado su número de usuarios en la región. ¿Esto fomenta el derecho a la información y la pluralidad, señores de la Amedi?
Dice Fernando Negrete que la Amedi no se ha pronunciado, pero nosotros seguiremos tomando las palabras de su presidente como palabras de la Amedi. Nos parece muy burdo aceptar con la derecha el maíz del ingeniero y con la izquierda decir que no lo conocen. Así es que mientras no descalifiquen públicamente lo dicho por su presidente entenderemos que lo apoyan en sus términos.
En otras cosas, en las semanas recientes se han publicado resultados sobre el desempeño de los sectores telecomunicaciones y radiodifusión al 2015. Si bien es cierto que estos resultados muestran un desempeño positivo, también lo es que estos resultados no pueden tomarse como un signo de cambio permanente, pues los riesgos derivados de la aún elevada concentración en el sector telecomunicaciones continúan presentes.
Quedan pendientes de implementación mecanismos tales como la compartición de infraestructura pasiva del operador preponderante, la desagregación efectiva de la red pública local del mismo y una verdadera asimetría de tarifas en la terminación de llamadas entre los operadores competidores.
Para el Instituto de Derecho de las Telecomunicaciones, es prioritario enfatizar la necesaria concreción de estas medidas en favor de la competencia efectiva, de manera que se materialice una reducción más pronunciada en precios y el ofrecimiento de condiciones plenamente igualitarias y de calidad en la provisión de los servicios de telecomunicaciones y, consecuentemente, en mayor bienestar para los consumidores mexicanos.