Vía El Economista por Gerardo Flores Ramirez
Es verdad que los mexicanos, como los ciudadanos de cualquier país, esperan buenas noticias de parte de sus gobernantes. No resulta extraño pues que a bote pronto, la gente no ponga en duda lo que el presidente presume como logros o avances. Desafortunadamente, llevará tiempo para que miles y después millones caigan en la cuenta de que las cosas no eran como se las presumían, que resultaron más caras de lo previsto, y en varios casos, que por las prisas de hacer las cosas o construir alguna obra, se cometieron errores que afectaron la calidad de los trabajos, que exigirán más adelante que se destinen más recursos para corregir esas fallas, y peor aún, que posiblemente alguno de los proyectos que se pusieron en marcha con estridencia durante esta administración, quizá no debieron llevarse a cabo, o que los recursos que se malgastaron en ellos, se pudieron haber destinado a mucho mejores fines, con un mayor impacto sobre la calidad de vida de los mexicanos.
Mucho se ha debatido que la refinería de Dos Bocas muy probablemente se ubique en los últimos supuestos del párrafo anterior. El viernes pasado, durante el discurso con motivo del Quinto Informe de Gobierno, el presidente López Obrador se aventuró a anunciar que “hoy va a empezar a producir petrolíferos la nueva refinería de Dos Bocas, hoy empieza a producir”. Remató afirmando que esa refinería producirá en diciembre un volumen de 290 mil barriles diarios de gasolina.
Lo primero que supimos es que en realidad la producción que se obtuvo es lo que la propia secretaria Rocío Nahle llamó “gasolina primaria”, que no es otra cosa que un producto intermedio que para poder ser utilizado bajo la forma de gasolina que comúnmente conocemos debe someterse a un posterior proceso de transformación. Falta saber cuántos miles de barrilles diarios de esa gasolina primaria estaría produciendo en realidad Dos Bocas, pero todo apunta a que, las cosas no son como nos las están presumiendo y, como en otros casos, el gobierno está aprovechándose de ese apetito de los mexicanos para escuchar buenas noticias. Llegará el momento en que nos podremos enterar de lo que realmente ocurrió durante estos meses en la refinería Dos Bocas.
En el mismo acto, el Presidente presumió que se detuvo la caída en la producción de petróleo, haciendo como que no vio la estadística de producción de Pemex para julio, que reportó un volúmen de producción de 1 millón 573 mil barriles diarios de petróleo crudo. Obviamente, para subsanar la merma en la producción de crudo, Pemex está acelerando la producción de condensados, que para fines de reportes, suma a la producción de crudo.
La merma observada en julio es producto de un accidente, que lamentablemente costó la vida a tres trabajadores y se presume que a un cuarto trabajador también, que aún se reporta como desaparecido. Aquí escribí el pasado 25 de julio sobre ese lamentable accidente, pero sobre todo sobre la desafortunada forma en que el presidente y el director de Pemex estaban manejando el tema en medios, tratando de dirigir la responsabilidad del accidente hacia la empresa contratista, Cotemar, y a sus trabajadores.
Para estropear las intenciones del presidente y el director de Pemex, de esconder o esquivar la responsabilidad de la empresa productiva del estado, sus empleados y sus directivos, siendo una empresa cuya deuda se intercambia en los mercados internacionales, necesariamente debe someterse al escrutinio de autoridades de México sí, pero también de autoridades reguladoras de otros países que bien podrían terminar por exigir a Pemex que exhiba que la investigación del accidente se llevó a cabo bajo los estándares más rigurosos para casos como ese.
Cuando eso ocurra, se sabrá que hubo errores significativos por el lado de Pemex que resultaron clave para explicar la tragedia.
Así que cada vez es más evidente que por lo que hace a Pemex, como en otros rubros de la vida nacional, el Presidente ve las cosas a través de un cristal que la dibuja una realidad alterna muy lejana a lo que verdaderamente ocurre.