Rodrigo Pérez-Alonso | Dinero en Imagen | 18 de Noviembre 2015.
De nuevo, ante la mirada horrorizada del mundo, un país de Occidente fue víctima de la saña más vil de los terroristas fundamentalistas islámicos en contra de víctimas inocentes. La semana pasada, en la ciudad más visitada del mundo, murieron al menos 129 víctimas inocentes de la más reciente encarnación de una cosmovisión del odio hacia todos aquellos que no piensen igual o tengan la misma creencia fundamentalista.
París se convirtió, así, en una ciudad más de una larga lista de ciudades occidentales que han sido atacadas y que incluyen Madrid, Londres, Nueva York y Washington. Aunado a ello, hace unas semanas el propio Estado Islámico, autor de estos atentados, derribó un avión ruso que volaba desde Egipto repleto de turistas.
El ataque de París de la semana pasada incluyó víctimas de varias nacionalidades, credos (incluyendo musulmanes) y edades. El terrorismo no respeta nacionalidades y su única efectividad es horrorizar a las víctimas y poblaciones que lo sufren.
Ahora es el papel de los servicios de inteligencia occidentales y de las fuerzas del orden atrapar y juzgar a los culpables de estos atentados. Para ello, durante estos últimos días han salido nombres, nacionalidades y formas de operar de las personas que planearon y ejecutaron los atentados tanto en el avión con rumbo a Rusia como en París el viernes pasado. En toda esta logística del terrorismo, han surgido interesantes aspectos sobre el papel que han tenido los servicios de mensajería a través de teléfonos celulares.
Los servicios de mensajería han ido reemplazando los tradicionales mensajes SMS y las llamadas de voz desde hace varios años. Hace unos años el servicio ubicuo de mensajería era el Messenger de BlackBerry. Incluso este servicio fue fundamental en la Primavera Árabe que derrocó a los gobiernos autoritarios de Egipto, Túnez y Libia, e incluso para movimientos de protesta en París, Londres y otras ciudades de Occidente.
Sin embargo, con el crecimiento de plataformas, como iOS de Apple y Android de Google, han surgido múltiples servicios de mensajería que ahora incluyen encriptación, lo que hace más difícil a los servicios de inteligencia interceptarlos. Ahí están WhatsApp, Signal, Telegram y iMessage de Apple, todos servicios con encriptación “end-to-end” o usuario a usuario. Se habla de que los terroristas de París incluso pudieron haber planeado sus ataques desde plataformas como la mensajería de Playstation y Xbox, apoyándose en la dificultad para los servicios de inteligencia de buscar mensajes en medio de millones de usuarios.
Lo cierto es que estos ataques tendrán, sin duda, una repercusión para estos servicios. Así como las revelaciones de Edward Snowden inculcaron la paranoia de internet en el imaginario colectivo, el péndulo ahora se ha ido al otro lado y el debate sobre las libertades seguramente será secundario en cuanto a cómo romper tecnologías de encriptación para atrapar y prevenir actos terroristas.
La gran pregunta es cómo hacer un balance entre libertades personales y la seguridad del Estado. Será entonces liberar o encriptar.
