Gerardo Flores Ramírez | El Economista | 24 Agosto 2o15
La semana pasada escribí en este espacio sobre el complejo panorama que enfrentaba ya el escenario económico internacional ante el desempeño de la economía de China, cuya tasa de crecimiento anual ya se ubica en el rango entre 5 y 7%, por lo cual el gobierno de ese país inició un proceso de mini devaluaciones de su moneda el pasado 10 de agosto, para tratar de mejorar el precio relativo de las exportaciones que se originan en ese país.
Ya el viernes los mercados bursátiles de muchos países sufrieron caídas importantes ante el ajuste de expectativas sobre el crecimiento de la economía china y el ajuste cada vez más cercano a la tasa de los fondos federales en Estados Unidos que la Reserva Federal ha venido anticipando en forma cada vez más reiterada. Aunque sobre esto último, Lawrence Summers, ex secretario del Tesoro de EU, indicó en un artículo en el Financial Times que sería un error serio que ello ocurra en septiembre.
Ayer vimos cómo los mercados más importantes sufrían pérdidas de una magnitud tal que no se había registrado desde el 2009, en muchos casos, y en el caso de China, desde el 2007. La Bolsa de Nueva York perdió casi 4%; Shanghai, 8.5%; Londres, 4.7%; Frankfurt, 4.7%; París, 5.3%; Madrid, 5%; São Paulo, 3%; Buenos Aires, 6.3%; Tokio, 4.6%; Johannesburgo, 2.9%, y México, 1.6%, entre otros. En adición a ello, también se resintieron caídas en los precios de las materias primas como el petróleo.
En el contexto de esta elevada volatilidad, puede afirmarse que el mercado mexicano tuvo un desempeño bastante aceptable, sobresaliendo entre todos los mercados emergentes en virtud de haber sido el que menos se contrajo. Al cierre de esta colaboración, los mercados asiáticos habían empezado su jornada del martes confirmando las pérdidas del lunes, por lo que es de esperarse otro día complicado en los mercados europeos y de nuestro continente. Este desempeño permite confirmar el desfavorable entorno internacional que se ha dejado sentir desde hace ya varios meses.
Por ello, en el contexto de la próxima discusión del paquete económico para el 2016 en la Cámara de Diputados y en el Senado, resulta imperativo actuar con responsabilidad y evitar caer en la tentación de relajar algunas variables de la política fiscal, por ejemplo. No dudo que haya argumentos para introducir algunos ajustes, pero el complejo entorno internacional, casi recesivo, aconseja mucha prudencia.
Efectos en telecomunicaciones
a) El difícil panorama financiero internacional muy probablemente afecte el interés por el proyecto de la red mayorista, sobre todo porque disminuye la probabilidad de que haya inversionistas dispuestos a invertir montos tan altos, con una tasa de retorno muy baja e incierta.
En este contexto, no debe pasar desapercibido que se anunció en Australia que la red mayorista fija, de fibra óptica, que el gobierno de ese país impulsó hace algunos años, verá incrementados sus costos de inversión en 10,000 millones de dólares, que se agregan a los 30,000 millones de dólares originalmente estimados, al mismo tiempo que se reduce la tasa interna de retorno del proyecto, al pasar de 5.3 a 3.5%, y eso que la mezcla tecnológica del proyecto redujo en forma dramática el peso de la fibra al hogar, para darle mayor peso a otras opciones menos costosas, pero de menor capacidad de acceso. Algo similar a la desastrosa estimación del costo del proyecto MexSat que la SCT -que encabezaba el desaparecido Juan Molinar- calculó primero en 13,000 millones de pesos, y que en menos de un año se había incrementado a casi 20,000 millones de pesos.
b) La depreciación del peso de los últimos meses también hará sentir sus efectos sobre los operadores móviles en nuestro país, para quienes el Instituto Federal de Telecomunicaciones estableció en forma muy anticipada la tarifa de interconexión que estará vigente a lo largo de todo el 2016, cuando un componente importante de los costos de sus redes está en dólares.
*El autor es senador de la República.