Vía El Economista
El 29 de mayo pasado, el director general de Pemex, Octavio Romero Oropeza, visitó las instalaciones del Centro de Proceso y Transporte de Gas Atasta, en el municipio de Ciudad del Carmen, Campeche. Ese día, para destacar la importancia de esas instalaciones, en las que se recibe el gas de los centros marinos -destacadamente Nohoch-, se separan los condensados y el gas y de ahí se envía este al complejo de Ciudad Pemex, Tabasco, Romero hizo énfasis en señalar que “si esto llegara a fallar, se nos caería una parte importantísima de la producción de Pemex”.
Pues bien, no falló esa estratégica instalación, pero el pasado viernes 7 de julio sí se registró un lamentable accidente en la plataforma de enlace del complejo Nohoch-A, en el que como consecuencia de un fuerte incendio, se sabe que perdieron la vida dos trabajadores y una tercera persona se encuentra desaparecida. Además, esa plataforma de enlace quedó completamente destruida.
Las implicaciones son significativas en cuanto a la capacidad operativa de Pemex, principalmente por lo que hace a la distribución de gas, pues el complejo Nohoch aportaba hasta el viernes buena parte del gas que el complejo de Atasta recibía y luego enviaba a Ciudad Pemex, que ya sabemos, a su vez lo distribuía al país. Restituir la capacidad dañada tomará varios meses.
Lo primero que hay que señalar es que Pemex y sus directivos han optado por manejar la información sobre el accidente del viernes pasado con ligereza, lo que afirmo por la dimensión del problema que enfrenta la Empresa Productiva del Estado, y en consecuencia el país. Al día de hoy, no hay información preliminar por parte de Pemex sobre el monto estimado de los daños, que se compone de dos elementos centrales: a) el monto de lo que se tendrá que destinar para reemplazar la plataforma destruida, así como la infraestructura de ductos submarinos que llegaban a esa plataforma, que pudiera haberse visto dañada; y b) el valor de la producción de gas que no puede ser enviada al complejo de Atasta, para el proceso de separación del gas y condensados, y que por tanto, no puede ser enviada a Ciudad Pemex para ser distribuida al resto del país, durante el tiempo que se estime dure esa situación crítica.
Ahora bien, es preocupante observar el estado crítico bajo el que opera Pemex hoy en día, pues no solo es la infraestructura en el mar la que hemos visto que ha sufrido accidentes, sino también los cada vez más recurrentes incidentes en la infraestructura de refinerías, como en Cadereyta, Nuevo León, Minatitlán, Veracruz o Salina Cruz, Oaxaca, a las que se suma el muy pobre desempeño de la refinería de Madero, Tamaulipas, que según reportes en diversos medios, está muy lejos de lograr la meta que impuso el presidente López Obrador para el cierre de este año. No hay que olvidar el grave incendio en la Planta de Almacenamiento Estratégico Tuzandepetl, en el sur de Veracruz, en febrero de este año.
Todo esto ocurre después de concluido un año de resultados extraordinarios para Pemex, pues en 2022 logró ventas superiores en prácticamente 60 por ciento, medidas en pesos, respecto a lo registrado en 2021, además de que se supone que 2022 fue un año en el que la Empresa Productiva del Estado ejerció un presupuesto de inversión de alrededor de 467 mil millones de pesos, el mayor en ese rubro desde 2011.
Así que estamos ante una doble crisis en Pemex, por un lado por el pobre manejo de la comunicación respecto a la dimensión del daño del accidente en el complejo Nohoch-A para la economía mexicana, y por el otro, el estado crítico en el que ya se encuentran diversas instalaciones, tanto de Pemex Exploración y Producción, como Pemex Transformación Industrial.
Así que más que estar viendo cómo se le presume al pueblo de México el incierto inicio de operaciones de la refinería Olmeca en Dos Bocas, Tabasco, la actual dirección de Pemex debería estar analizando cómo evitar que la capacidad operativa de la empresa se siga deteriorando, ya sea por falta de mantenimiento o por la ineficaz o insuficiente asignación de recursos para el mantenimiento oportuno de instalaciones.
*El autor es economista.
