Roberto García Requena | La Razón | 14 Agosto 2015
En días pasados, se publicaron en el diario El Economista un par de entrevistas que realizó Ernesto Piedras, Director de The Competitive Intelligence Unit. Vale la pena rescatarlas por el valor de su contenido.
La primera de ellas —del 9 de agosto— fue con Susan Singer, experta en mercados móviles, televisión de paga y satelital, por parte del órgano regulador de las telecomunicaciones en Estados Unidos, la Federal Communications Commission.
La segunda —del 11 de agosto— fue con Pablo Bello, secretario general de la Asociación Interamericana de Empresas de Telecomunicaciones (Asiet). En ambas entrevistas los interlocutores se refirieron a la evolución tecnológica y la convergencia del mercado audiovisual, y particularmente a los retos regulatorios que advierten esta nueva realidad.
Dichos expertos reflexionan sobre el cambio de paradigma que se necesita para transitar de una regulación tradicional a una que reconozca las nuevas posibilidades que ofrece la tecnología, refiriéndose en específico al mercado de televisión restringida.
Los servicios “tradicionales” de televisión de paga (cable y satélite) ahora enfrentan nuevos competidores debido al Internet. Los llamados servicios bajo demanda o “over the top” (OTT), que no son otra cosa que la transmisión de contenidos por plataforma de Internet, representan una competencia que hasta hace poco no existía.
La sustituibilidad entre la televisión de paga tradicional respecto a los servicios OTT, como lo son Netflix o Hulu, es indiscutible. Tan es así, que los principales operadores de televisión de paga en Estados Unidos tuvieron una fuerte pérdida bursátil; con valor de 60 mil millones de dólares, según documenta Gerardo Flores (también en El Economista, 11/08/15).
La razón de la caída de las acciones en la bolsa de valores se debió principalmente a la pérdida de suscriptores, dada la incesante migración de clientes de la televisión de paga tradicional a servicios OTT.
En estas resoluciones, el IFT no puede ignorar lo que otros reguladores han hecho. La simple idea de reconocer que los servicios OTT son sustitutos de la televisión de paga, por cable o satelital, sería un buen principio. El mercado audiovisual ya es otro. La regulación lo tiene que reconocer.