Eduardo Ruiz Vega | La Jornada | 15 de enero 2016
La conclusión de la transmisión de señales analógicas en la televisión radiodifundida el pasado 31 de diciembre, conocida como el “apagón analógico”, se presentó en una coyuntura que en México y en muchos otros países pone en entredicho la conformación tradicional de distribución y consumo de contenidos audiovisuales por parte de la población.
El apagón analógico fue casi total. Aún permanecen transmitiendo en señal analógica estaciones de baja potencia, en su inmensa mayoría complementarias, mismas que no fueron apagadas para garantizar la continuidad de servicio a la población a la que sirven. Estas estaciones deberán ser apagadas a más tardar el último día del presente año.
La coyuntura actual que priva en el mercado mexicano y en el internacional, se caracteriza por la amplia gama de opciones para el consumo de todo tipo de contenidos audiovisuales disponible para las personas que pueden acceder a las telecomunicaciones de banda ancha.
La televisión radiodifundida, gratuita y aérea, transmite a lo largo y ancho del territorio nacional señales digitales de alta definición. Además, los proveedores de televisión de paga, terrestre o satelital, continúan creciendo tanto en número de suscriptores como en su oferta de contenidos.
Ambas plataformas, la de la televisión abierta y la de paga, caracterizadas por la transmisión lineal de contenidos (es decir, señales en vivo o sujetas a los horarios propios de una barra programática), enfrentan a futuro el panorama derivado del crecimiento de otra modalidad para el consumo de contenidos: el video sobre demanda.
La evolución del Internet como una red de redes de banda ancha multimedia que permite la conexión desde cualquier acceso fijo o móvil, así como la proliferación de dispositivos capaces de reproducir contenidos audiovisuales, con una calidad significativa de audio y video equiparable en muchos casos a las redes y dispositivos tradicionales, dio origen al nacimiento de los servicios conocidos como Over The Top (OTT, por sus siglas en inglés), respecto de los cuales, un ejemplo representantivo es Netflix.
Estos servicios utilizan el entramado de medios de transmisión comprometidos para la operación del Internet, sin la necesidad de que el proveedor de servicios OTT sea el propietario u operador de los mismos. Los servicios OTT complementan la oferta de contenidos a los usuarios que cuentan con conexiones de banda ancha en redes fijas o móviles, permitiéndoles acceder a los mismos desde todo tipo de equipos terminales como televisores, computadoras, tabletas y teléfonos inteligentes, en cualquier momento y prácticamente desde cualquier ubicación.
El nivel de penetración de los servicios OTT está directamente relacionado con la penetración entre la población de accesos de banda ancha y de dispositivos terminales para su debido aprovechamiento. En los países con las economías más avanzadas, este tipo de servicios aún no se consideran un peligro para los modelos tradicionales de transmisión de contenidos. En países como el nuestro, dados los menores índices de pentración de la banda ancha, el peligro es todavía menor.
No obstante lo anterior, la nueva geografía del mercado de contenidos audiovisuales es ya una realidad que hay que observar con detenimiento, ya que plantea retos desde diversas perspectivas, como los regulatorios, modelos de negocio, necesidad para ampliar la capacidad existente de banda ancha de manera acelerada, así como temas relacionados con la propiedad intelectual, entre otros.