vía El Economista.
El viernes de la semana pasada, el subsecretario de Hacienda anticipó que la expectativa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público mantiene en estos días para el cierre de 2022 corresponde a una tasa del 2.4 por ciento con respecto a 2021. Ese mismo día, el presidente López Obrador presumió en la conferencia mañanera que el Inegi había dado a conocer un par de horas antes el dato sobre el desempeño de la economía durante el segundo trimestre de este año, y con ello, el correspondiente a los primeros seis meses de 2022. El presidente destacó: “…hoy dieron a conocer los datos, el Inegi, eso sí lo voy a decir antes de irme, este, para presumir, hubo crecimiento económico, ya, por segundo eh trimestre tenemos ya 2% de crecimiento en este semestre con relación al anterior, mientras en otros países se está informando de que se está decreciendo económicamente, en México hoy el Inegi da a conocer la información de qué ya el primer semestre de este año, crecimiento del 2%…”.
Así que ahora vemos a un gobierno que, desesperado por ofrecer crecimiento económico a los mexicanos, se aferra a cualquier dato que pudiera ayudarle a describir un escenario optimista. Este es el caso, pues mientras el subsecretario de Hacienda se aferra a una expectativa de crecimiento de 2.4%, entre otras razones porque es un estimado para México que difundió en días recientes el Fondo Monetario Internacional (FMI), como parte de la actualización a julio de su World Economic Outlook 2022 (prospectiva económica mundial).
Para muchos que siguen de cerca la evolución de la economía mexicana, esa estimación es un poco optimista, sobre todo cuando se pone la lupa a lo que ocurrió dentro del segundo trimestre. Por diversos indicadores sabemos que abril fue un muy buen mes, sin embargo mayo y junio ya no lo fueron tanto. Tan es así que el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) de mayo muestra un ligero retroceso respecto a abril y de acuerdo a estimación oportuna del propio Inegi para junio, a través del Indicador Oportuno de la Actividad Económica (IOGAE), se espera que la economía haya retrocedido también en junio.
Así que parece que el Inegi pudo reportar un buen dato para el segundo trimestre, gracias al buen desempeño en abril. Para el segundo semestre, es muy probable que la economía mexicana empiece a resentir dos efectos externos: la desaceleración de la economía de los Estados Unidos y el impacto global por el incremento en las tasas de interés que fijan los bancos centrales. Así que difícilmente se logrará. No se observan escenarios en los que la economía mexicana tenga un mucho mejor desempeño para la segunda parte del año frente a lo observado en el primer semestre.
Por otra parte, llama la atención que el presidente presuma que ya se está creciendo, mientras que otros países están decreciendo. Obviamente está el caso de Estados Unidos que ha tenido desempeños negativos en los primeros dos trimestres de 2022. Pero hay que decir, que aún con ese desempeño negativo, el PIB de Estados Unidos al cierre de junio de este año, es 5.1% superior al observado en diciembre de 2018. Mientras que el PIB de México al cierre de junio de este año, está 1.5% por debajo del dato del PIB registrado al cierre de diciembre de 2018. Así que no hay forma de que el presidente pueda presumir que la economía mexicana creciendo “mejor” que otras economías, particularmente porque apenas estamos alcanzando el nivel del PIB que había previo al inicio de la pandemia.
El presidente y su gabinete deben estar profundamente preocupados porque con este desempeño, y lo que estiman los analistas podría ocurrir en 2023 y 2024, todo apunta que el sexenio la 4T cierre con una tasa de crecimiento promedio anual de máximo un 0.2%, y justo ahí, en el momento en que los ciudadanos deban depositar su voto en las urnas en la elección del 2024 estarán conscientes que la 4T solo les trajo estancamiento y un empeoramiento en su bienestar.
*El autor es economista.
@GerardoFloresR