2018-08-28
El anuncio hecho en Washington, respecto al acuerdo alcanzado entre México y Estados Unidos en materia de la modernización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) significa una gran noticia para la prospectiva de la economía mexicana. Es, sobre todo, una gran noticia para el gobierno de López Obrador que iniciará su gestión el próximo 1 de diciembre. Aún sin conocerse todos los detalles importantes de este acuerdo alcanzado, el anuncio por sí solo contribuye a reducir una buena parte de la incertidumbre a la que se venía sometiendo a la economía mexicana en los últimos meses. Se elimina el nefasto escenario tantas veces prometido por Donald Trump de abandonar el acuerdo entre México, EUA y Canadá.
Al reducirse esa fuente de incertidumbre, el tipo de cambio de nuestra moneda frente al dólar tenderá a estabilizarse. De hecho es posible que pueda estabilizarse alrededor de los 18 pesos por dólar, sin la elevada variabilidad que caracterizó a la cotización del peso en el último año y medio. Este nuevo escenario dará una mucho mayor tranquilidad al equipo del presidente electo López Obrador para construir el paquete económico para el ejercicio 2019. Así que seguramente hoy estarán respirando más tranquilos.
Ahora bien, ha trascendido que el acuerdo alcanzado incorpora modificaciones en el tema del comercio automotriz, donde el porcentaje de contenido regional que se requiere para poder exportar automóviles al mercado norteamericano libres de arancel pasará de 62.5% actual, a 75 por ciento. Si bien significa una variable sobre la que México terminó aceptando que se revisara la regla vigente desde 1994, es importante reconocer que es un cambio que permitió desatorar otras posturas del equipo negociador de Trump que resultaban absurdas. Así que en el agregado, debe valorarse positivamente esta modificación.
Un aspecto donde claramente el equipo negociador mexicano hizo una magnífica labor es en el tema de la famosa sunset clause, esa que proponían los negociadores de EUA para revisar cada cinco años el acuerdo y si no se lograba una revisión satisfactoria, se daba por concluido en automático. Se trataba de una propuesta ilógica, contraintuitiva a lo que se busca cuando se negocia un acuerdo de libre comercio, pues lo que se busca con estos instrumentos es generar certidumbre de largo plazo tanto a inversionistas como gobiernos y esa propuesta generaba todo lo contrario.
Se sabe que se negoció una revisión cada seis años, pero sin terminación automática, y que el horizonte de terminación, en caso de no lograrse una revisión satisfactoria, será de 16 años, no de cinco. Lo que en la práctica hace prácticamente imposible que la relación comercial vuelva a estar sometida a los caprichos proteccionistas de un presidente como Donald Trump.
Como fue explicado ampliamente por las autoridades de México y EUA, el acuerdo alcanzado aún tiene que ser puesto a la consideración de Canadá para que pueda hablarse ya de un acuerdo trilateral. En uno de sus clásicos desplantes, Trump advirtió que si Canadá no se suma rápido a este acuerdo quedará fuera del mismo.
Por otra parte, el jefe del equipo de negociación de los EUA, Robert Lighthizer, señaló que si Canadá no se sube pronto al acuerdo, el gobierno de Trump enviaría una notificación al Congreso de EUA para informarle que el nuevo acuerdo sustituiría al TLCAN y que podría beneficiarse del mecanismo de discusión rápida prevista para determinados acuerdos comerciales. Sin embargo, diversos analistas de EUA pusieron en duda que el gobierno tenga esa capacidad legal, anticipan que reemplazar el TLCAN llevaría mucho más tiempo del que presumen Trump y su equipo.
Ahora bien, ¿cuál sería el efecto real sobre nuestra industria automotriz de la nueva regla de contenido regional, si Canadá decide no sumarse? El contenido que sería contabilizado para esta regla sería sólo mexicano y de EUA, el canadiense ya no contaría.