Javier Orozco Gómez | Milenio | 14 de Septiembre 2015
El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) dio muestra de sensatez en su actuar en dos vías: la impartición de justicia y la administrativa.
En primer lugar, la Sala Regional Especializada demostró, una vez más, cómo la ligereza con la que se presentan quejas contra la libertad de expresión da la razón a organismos internacionales, como la Organización de los Estados Americanos (OEA), al señalar el “temor de algunos reporteros a ser sancionados —tanto al medio para el que trabajan como a escala personal— en caso de cubrir eventos noticiosos” o de cualquier otra índole.
Y eso ocurrió en el caso resuelto el jueves pasado, cuando el Partido Revolucionario Institucional acusó a Cuauhtémoc Blanco de adquisición indebida en radio y televisión, por un programa transmitido en el canal 2 el 7 de junio —día de la elección— donde se hizo una reseña de los partidos México contra Brasil.
En el análisis que hace la sala regional se dejó claro que el programa se realizó bajo el amparo de un ejercicio legítimo de la libertad de expresión en el ámbito deportivo, enfocado a logros del futbol mexicano, en el que si bien se hizo referencia a Cuauhtémoc Blanco, no se advirtió que dichas alusiones se hicieran con el objeto de solicitar el voto en su favor. Insólito, pero así sucedió.
En segundo orden, el Tribunal Electoral dio muestra de racionalidad ante el escenario económico del país y, por primera vez en 10 años, su presupuesto solicitado fue a la baja, a pesar de que en 2016 habrá elecciones en 13 estados donde se disputarán 2 mil 233 cargos de elección popular, y con frivolidades como las del caso relatado es increíble que los partidos llenen de trabajo innecesario al tribunal.