2018-08-14
Este lunes se cumplieron cuatro años exactamente de la entrada en vigor de la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión, aprobada por el pleno del Senado de la República en su sesión del 4 de julio del 2014 y posteriormente aprobada por la Cámara de Diputados en su sesión del 8 de julio del 2014, ambas sesiones extraordinarias. Se trata del marco legal que aterrizó la muy importante reforma constitucional en materia de telecomunicaciones, radiodifusión y competencia económica, de junio del 2013.
Han transcurrido cuatro años en los que, sin ninguna duda, podemos afirmar se han dado una serie de cambios sustanciales respecto a la situación previa a la reforma constitucional. Ahí está la disminución sin precedentes en los precios de los servicios de telecomunicaciones; el muy importante incremento en el número de suscriptores del servicio de banda ancha; un aumento notable en las velocidades de acceso a internet; montos significativos de inversión, nacional y extranjera, para el despliegue y modernización de las redes de telecomunicaciones; asignación histórica, mediante licitación por primera vez, de un importante número de concesiones de radio (AM y FM), así como de televisión, incluida una cadena nacional; la transición definitiva a la Televisión Digital Terrestre; la asignación de concesiones de espectro para servicios móviles, entre ellas, la de la red compartida, y sin duda alguna muchos otros cambios relevantes.
En ese mismo lapso, hay que reconocer que el órgano regulador, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) se ha consolidado de manera importante. Se trata de un periodo de tiempo en el que ha adoptado decisiones muy relevantes, polémicas en algunos casos, pero que sin duda han contribuido a un mejor desarrollo del sector. Un reconocimiento a las comisionadas y comisionados que han tenido la oportunidad y responsabilidad de integrar su pleno, desde su conformación en septiembre del 2013.
Ahora bien, no obstante la transformación a la que me he referido, es necesario reconocer que hay cuestiones o temas que no podemos soslayar, sobre todo cuando se trata de evaluar el desempeño de la reforma en telecomunicaciones. La más importante desde mi punto de vista es la reconcentración que se ha venido observando en los meses recientes, particularmente en el mercado de mucho mayor tamaño en el sector, que es el de los servicios móviles. Hablo de reconcentración, pues el operador más grande, el que forma parte del agente preponderante, ya recuperó buena parte de la participación de mercado que había cedido a partir de la reforma, cuando llegó a tener 72.9%, medida en ingresos. Hoy ya tiene 70.2% del mercado de servicios móviles, cuando ya había disminuido a 68.1%, en el 2017.
Es decir, podemos afirmar que ha habido una notoria mejoría en el bienestar de los consumidores, pues, como dije, han caído en forma dramática los precios de los servicios, al mismo tiempo que las ofertas a las que tienen acceso son sustancialmente mejores en cuanto a las cantidades que se pueden consumir, ya sea de minutos de voz, o bien, de megabytes, en el servicio de datos. En el caso de las empresas, los operadores de servicios de telecomunicaciones, los márgenes de rentabilidad han disminuido en forma importante, pero la estructura del mercado si bien se ha modificado en el segmento de servicios fijos, en el segmento más importante, el de servicios móviles, las cosas hoy están casi como cuando empezamos. Eso significa que aún no podemos bajar la guardia, que hay algunas medidas que no han tenido la efectividad que se buscaba, ya sea desde la ley o desde el ámbito de decisiones del IFT.
Así que a cuatro años de vigencia del actual marco legal para los sectores de telecomunicaciones y radiodifusión, si bien es muy válido celebrar las notables mejoras en diversos rubros, lo que menos podemos hacer es bajar la guardia. Aún no podemos cantar victoria.