De Tecnoradio S.A. de C.V., la empresa que ganó el mayor número de licitaciones de radio, 37 en total, se están haciendo todo tipo de especulaciones: desde que los involucrados serían prestanombres de radiodifusores, con lo que habrían obtenido un indebido descuento al aparecer como un “nuevo” entrante en la primera licitación de radio del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), hasta que sería un frente para esconder la participación de funcionarios que tienen como objetivo crear un gran grupo de medios.
Con ello, esta empresa que espera dar servicio público de radio en cuando menos 55 poblaciones de 17 estados, enfrenta una severa crisis reputacional y eso que aún no inicia operaciones. Pero esta situación también pone en la lupa al IFT, en donde hay dudas sobre cómo verifica la información de los participantes y sobre todo, cómo reporta procesos que deberían ser completamente transparentes.
Hasta ahora, el IFT y el fundador de la empresa Tecnoradio, Carlos Lara — hoy también director del Instituto Mexicano de la Radio (IMER)— sólo han dado evasivas, particularmente diciendo quiénes ya no están en el Consejo de Administración de Tecnoradio. Sin embargo, la pregunta que a todos interesa saber es quién sí está detrás de esta empresa, luego de que se conociera que se pagaron $288 millones por sus estaciones de radio, elevando en 3,400% el valor de referencia que había puesto el IFT y encareciendo un total de 67 licitaciones, con lo que se dejó fuera a grandes grupos establecidos como MVS, Radio Fórmula, ACIR o Multimedios.
Es aún más sospechoso el silencio de quienes están detrás de Tecnoradio que, a pesar de buscar tener medios de servicio público y a más de un mes de interrogantes, ni siquiera se han atrevido a dar la cara para señalar quiénes son sus accionistas o de dónde vienen sus millonarios recursos. Lo que sabemos de Tecnoradio da lugar a suspicacias:
a) Que se constituyó en 2011 por los señores Carlos Lara y Alfonso Amilpas, ambos con una amplia, destacada y honorable trayectoria en el servicio público en cargos directivos en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) relativos a la radiodifusión y las telecomunicaciones; b) Que formaron la empresa para instalar, operar y explotar concesiones de radio y TV; c) En esos años, ambos asesoraron a empresas concesionarias de radiodifusión y Carlos Lara llegó a ser, incluso, director general de la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión (Cirt); d) En julio de 2016 hay cambios en el Consejo de Administración y en los representantes legales de Tecnoradio, quedando Lara y Amilpas “desapoderados”; f) Los nuevos representantes legales incluyen a Alí Eduardo Bañuelos, quien trabajó (o trabaja) para Diamond Electronics-Polaroid y quien ganó contratos por $14 mil millones en la actual SCT para entregar 5 millones de televisores digitales (por cierto, el portal y número telefónico de Diamond Electronics están desconectados); e) Alí Eduardo Bañuelos vive en un residencial de clase media en la Colonia Hacienda de las Palmas, en el Estado de México. Su domicilio no se revela por temas de privacidad, pero éste no cuadra con el de alguien que es presidente de una empresa que pagó $288 millones de pesos en una licitación de radio y que habría ganado $14 mil millones en licitaciones de TV en la SCT.
También destaca que tanto el folio mercantil #461149 —del Registro Público de Comercio de la Ciudad de México— como el instrumento notarial 85,746 del notario 117 de la misma ciudad, dan cuenta de la renuncia de Lara y Amilpas al Consejo de Administración, pero no señalan que las acciones hayan cambiado de manos. De hecho, luego de varias consultas a notarios en la Ciudad de México, queda claro que, para que Lara y Amilpas dejaran de ser accionistas, tendrían expresamente que haberlas cedido o endosado. Los documentos idóneos para probar que dejaron de ser accionistas serían el comprobante de la retención de impuestos por el traspaso de las acciones o el acta protocolizada ante notario mostrando a los nuevos accionistas. ¿Esto existe? ¿Lo harán público? ¿Lo tiene el IFT?
Otro punto no menor es que el acta notarial en la que Tecnoradio cambia su Consejo Directivo (y en donde entra Alí Eduardo Bañuelos) se oficializó el 28 de julio de 2016, pero el plazo para inscribirse en la licitación de radio ante el IFT venció un día después, el 29 de julio, así que Tecnoradio fue el último jugador en inscribirse y lo hizo en el último momento posible.
La saga de Tecnoradio deja muchas dudas pues incluye el concesionamiento de medios masivos de comunicación, multimillonarios pagos, la participación de empresas desconocidas, la intervención de funcionarios públicos, representantes legales que se esconden y un silencio por parte de quienes deberían estar interesados en despejar dudas: el IFT y la misma Tecnoradio.
Es de interés público saber quién se convertirá en uno de los principales medios de comunicación del país y de dónde obtuvo sus recursos para ello. Algo que debería de ser transparente se ha ocultado. Hasta ahora, luego de investigaciones y comentarios por parte de varios periodistas y opiniones de prácticamente todos los columnistas de negocios, sólo se ha dicho quién no está en Tecnoradio. Lo que falta saber es quién sí lo está. El tema es tan delicado que incluso podría tratarse de lavado de dinero y poner en riesgo la totalidad de la licitación de radio del IFT.
Cambiando de tema: Telmex a huelga. Ahora que el IFT ha señalado que Telmex será sujeto de una “separación funcional”, el sindicato de esta empresa (STRM) amenaza con una huelga para el 25 de abril y se suman a apoyarle el Sindicato de pilotos (ASPA) y el de los trabajadores de la UNAM (STUNAM).
Esto mismo ocurrió en septiembre del año 2000, cuando la entonces Comisión Federal de Telecomunicaciones —a cargo de Jorge Nicolín— declaró a Telmex como empresa con poder sustancial. En ese año el STRM, en compañía del sindicato de sobrecargos (ASSA) clausuró las instalaciones del entonces regulador de las telecomunicaciones. En aquél entonces, con esa estrategia Telmex ganó la partida y se cayeron las acciones de la autoridad. Al parecer estamos frente a una re-edición de lo sucedido hace casi dos décadas. ¿El resultado será distinto esta vez?