2019-10-04
Desde la implementación del modelo de comunicación político-electoral en 2007, se señaló que era un prototipo soviético, y de unos años a la fecha se manifiesta, además, que está en crisis y desgastado. Quien no lo reconozca así, es porque al amparo de dicho régimen ha obtenido algún beneficio y, por ello, desea mantener el status quo .
Parece que hizo eco el planteamiento del coordinador de los diputados de Morena, al anunciar que su partido presentará una iniciativa para reducir 50 por ciento el uso de tiempos oficiales de partidos políticos, y un porcentaje igual en el financiamiento público.
La propuesta de terminar con la “spotización” de inmediato generó opositores, particularmente, aquellos que la construcción y operación del modelo de comunicación electoral les genera beneficios mediáticos, asesorías y presupuestos. Y, como en toda estrategia de guerra, tenían que señalar a un oponente, por lo que de inmediato mencionaron que la eventual reforma beneficiaría a la radio y televisión. Cabe aclarar que dicha industria no gana nada: tiene que seguir otorgando el mismo tiempo gratuito.
Por otra parte, es falso que la parafernalia alrededor del actual modelo de comunicación política no cueste nada. Los anuncios de los partidos políticos y de las autoridades electorales los pagan los ciudadanos por múltiples vías: con sus impuestos cubren los recursos que gastan en su producción y transmisión, además de pagar el costo de administración y fiscalización que realiza el INE sobre los mismos.
De igual modo, quienes opinan que debe mantenerse la “spotización” cae en la falacia de que pierde el derecho a la información de los ciudadanos, cuando no se informa nada, son campañas políticas que pocas veces refieren propuestas o ideas concretas, y hoy en día, existen múltiples plataformas para hacer propaganda.
Es falso que con la reducción de 50 por ciento ganen las empresas de radiodifusión, ya que no se ha hablado de quitar la prohibición de que los particulares contraten propaganda política en radio y televisión, o los propios partidos.
Quienes pierden son las fuerzas políticas de oposición bajo la base de que gana el gobierno al tener mayores tiempos. Esto implica una profunda desconfianza de que el actual régimen no usará tales tiempos con fines institucionales, sino políticos. De ser el caso, se debe denunciar.
También pierde el INE, porque se le reduce su presupuesto y la estructura de administración y fiscalización de spots que tendría que reducirse a la mitad. Ese es uno de los temas por discutir que ha llevado a una relación tensa entre el órgano autónomo y el Poder Ejecutivo, aunado a los procedimientos sancionadores en su contra derivado de quejas.
El punto aquí es dirimir esta discrepancia. De no ocurrir lo anterior, es probable que en la discusión del presupuesto los diputados del partido gobernante hagan recorte al órgano electoral. Lo cierto es que de presentarse y, en su caso, proceder la propuesta de Morena, la vida electoral se sostiene de impuestos, la radiodifusión ni gana ni pierde, seguirá cumpliendo sus obligaciones y se acentuará el modelo soviético aún más. La oposición tiene la palabra.