2018-03-14
Columnistas regularmente afines a las posturas de Telmex-Telnor (Telmex) han aumentado la presión mediática al Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), en el sentido de que como ficha de cambio por la separación funcional debería autorizarle a Telmex la prestación del servicio de televisión restringida. Presionan al regulador con el cuento de que en México no hay convergencia digital y que nos estamos rezagando tecnológicamente, cuando sólo Telmex, dado su carácter de antiguo monopolio y actual agente preponderante en el sector telecomunicaciones es la única empresa que tiene prohibido prestar dicho servicio. Todas las demás lo pueden hacer, por lo que resulta engañoso afirmar que en nuestro país no hay convergencia plena sólo porque al conglomerado del ingeniero Slim aún no se le permite prestar televisión, dados los riesgos para la incipiente competencia que ello podría acarrear.
La separación funcional de Telmex, al día de hoy no pasa de un catálogo de buenas intenciones basado en las mejores prácticas internacionales, pero para empezar a ver resultados concretos tardará, cuando menos, dos años, que es el plazo que el IFT otorgó a Telmex para concluir el proceso de separación. Es importante señalar que se trata de una separación funcional, no estructural; es decir, América Móvil seguirá siendo la dueña tanto de Telmex como de las empresas que prestarán los servicios mayoristas. En el Reino Unido hubo una separación funcional de British Telecomm similar a la que el IFT ha ordenado a Telmex; sin embargo, tras varios años, el regulador británico concluyó que la simple separación funcional no eliminaba los incentivos de la empresa dominante para desplazar a sus competidores. Y es natural, mientras ambas empresas sean propiedad del mismo dueño, encontrarán la manera de ayudarse una a la otra y entorpecer el desarrollo de los competidores. No se trata de portarse bien o portarse mal, es simplemente un tema de incentivos económicos. Mientras los haya, todos los candados burocráticos que se quieran poner serán insuficientes y difícilmente darán los resultados esperados, así es que este tema de la separación funcional va para largo.
No es un reto menor el que enfrentará el IFT durante el proceso de separación funcional de Telmex. Debe ser muy cuidadoso con el tipo y calidad de los activos y pasivos que se transfieran a las nuevas empresas mayoristas. De nada servirá la separación si las nuevas empresas reciben equipos anticuados con una reducida vida útil o pasivos laborales excesivos que puedan poner en riesgo su viabilidad económica. Además, el IFT deberá contar con sistemas de monitoreo en tiempo real que permitan supervisar que la asignación de contratos e infraestructura mayorista se hace en los mismos términos y condiciones tanto para los competidores como para las unidades minoristas de Telmex.
Una separación funcional eficiente no debería afectar ni a los trabajadores ni a los accionistas de América Móvil, la controladora de Telmex. Sus servicios a los usuarios finales seguirán siendo los mismos: telefonía fija y móvil, larga distancia internacional, banda ancha fija y móvil, enlaces dedicados a los clientes, redes privadas virtuales, servicios de video sobre demanda, televisión por internet, alguno que otro seguro de Inbursa, computadoras y productos al menudeo con cargo a la factura Telmex. A todo ello se sumarán ingresos por servicios mayoristas y compartición de infraestructura que hasta ahora Telmex no ha prestado.
Telmex se queja de que los precios basados en costos que el IFT ha determinado para los servicios mayoristas son muy bajos, y ello, dice, implica un subsidio a los competidores, pero omite decir que esos mismos precios son los que sus empresas mayoristas cobrarán a sus unidades minoristas, por lo que los mismos beneficios recibirán tanto los unos como las otras. Es cierto, no obstante, que el IFT debe ser muy cuidadoso en el modelo de costos que utilice, el cual deberá permitir obtener una utilidad razonable sobre la inversión que hagan las empresas mayoristas, de otra manera se puede correr el riesgo de que América Móvil deje de invertir en el mantenimiento y operación de sus redes mayoristas.
En resumen, aún faltan años para que se puedan valorar los resultados de la separación funcional de Telmex.