Guillermo Montero
Diario de México
Menos protagonismo y más sensatez. Eso recomienda el senador Javier Lozano para la reforma de telecomunicaciones. Y eso es justamente lo que se aprecia de la iniciativa que presentó por cuenta propia la semana pasada. ¿Perfectible? Veremos, pero una reforma cuyo objetivo central es el consumidor y no el interés político, de entrada, es digna de aplaudirse. La redacción sugerida por el senador pretende facilitar el acceso, mejorar la calidad y disminuir las tarifas de los servicios de telecomunicaciones. Simple. Incluye un capítulo completo para proteger los derechos de los usuarios y salvaguardar los datos personales. Contundente. Considera la necesidad de eliminar dobles ventanillas y de actualizar el catálogo de sanciones. Real.
Para ello propone robustecer al regulador actual, habilitándolo para otorgar y revocar concesiones, determinar operadores dominantes y sancionar a quienes rompan la ley. Simple y contundente; real. En contraste, pareciera que quienes tras el escudo del Pacto por México preparan desde un cuarto oscuro y en secrecía la transformación del sector, están más interesados en vendettas personales y pagos de compromisos, que en buscar un beneficio real para los usuarios. Para empezar, su idea de borrar a la Cofetel del Gobierno federal y crear un nuevo instituto constitucional autónomo cuyos consejeros irremediablemente representarán intereses partidarios es condenar al sector a un estancamiento todavía peor del que hoy sufre. En resumen, la reforma que cocinan se antoja compleja, difusa y a todas luces irreal; colmada de protagonismo y carente de sensatez.