Guillermo Montero
Diario de México
Todos sabemos que los servicios de telecomunicaciones y banda ancha en México son dominados por un solo grupo. Gracias a más de quince años de debilidad e incapacidad de sancionar del regulador y al favoritismo descarado de una serie de funcionarios afines , estos operadores hoy siguen haciendo lo que se les da la gana con los valientes que osan tratar de competirles, con la calidad de los servicios que prestan y, peor aún, con sus clientes y con la autoridad.
Por eso urge una reforma sustancial en el sector. Lo primero que se tiene que hacer es darle autonomía y fuerza al regulador. Autonomía que lo desprenda de la voluntad de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes para otorgar, modificar o revocar concesiones; autonomía para poder definir quiénes son dominantes en cuáles mercados y establecer reglas especiales con las que se garantice que éstos no abusarán de sus clientes ni de los valientes que osan competirles. Fuerza para emitir disposiciones regulatorias, verificar su cumplimiento y sancionar a quienes no se apeguen a la regulación. Lo segundo que se tiene que hacer es aplicar la ley. Así se simple. Cumplir y hacer cumplir con los procedimientos, plazos y reglas establecidos. Como dato curioso, los países en donde hay más variedad, calidad superior y mejores precios en los servicios de telecomunicaciones son justamente aquellos en donde los operadores y el propio regulador -hay que recalcarlo- cumplen con la ley. La fórmula mágica no es ni desconocida ni imposible ni mágica. Ahí está, sólo hay que tener voluntad. Funcionarios, ¡a funcionar!