3 de julio 2012
Guillermo Montero
Diario de México
Es ilógico pensar que en un mercado competido río haya un dominante. Lo que sí debemos esperar y exigir es que las autoridades aseguren que ese dominante domine sólo la calidad de lo que provee; que no permitan que aproveche su poder para frenar el desarrollo de la competencia y que bajo ninguna circunstancia se conviertan en autoridad dominada.
En México, en más de 15 años no ha sido posible imponer condiciones particulares que favorezcan un comportamiento pro competitivo del operador dominante en telecomunicaciones. Tampoco se ha logrado que cumpla con las obligaciones y restricciones de su título de concesión. Por huecos en la ley, por falta de autonomía de la Cofetel, por duplicidad de fundones, por lo que sea, las autoridades han fallado en sus exiguos intentos por emparejar las canchas. Más bien, han sido dominadas por quienes deben vigilar.
Ahora, tras haber fallado en su intento por aplicar un madruguete a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) en el tema de televisión, el operador dominante insiste en sacar el mejor provecho de su dominio sobre la Secretaría Técnica de aquella Cofetel del 2008. Una vez más pretende hacer su voluntad y doblegar a la autoridad. Se ha dicho oficialmente que este operador no muestra actitud pro competitiva ni cumple con los requisitos para que se elimine de su título de concesión la prohibición para transmitir televisión, pero falta ver qué se de en tribunales.
Esperemos analicen a fondo la legitimidad del proceso y la opinión negligente de que se valió para ir a exigir el cambio de su título de concesión a la SCT. Si es así, el resultado no tiene por qué cambiar.