2019-11-06
Inmediatamente después de que el presidente López Obrador perdiera los estribos ante las preguntas de los reporteros que acudieron a la mañanera en la que contestaría cuestionamientos sobre el relato oficial de los hechos que derivaron en la captura y liberación de Ovidio Guzmán en Culiacán, las redes sociales estallaron con las etiquetas #PrensaProstituida, #PrensaSicaria y #PrensaCorrupta. Al mismo tiempo, los medios tradicionales dieron espacio para la crítica sobre la actitud mostrada por el presidente, quien fuera de contexto, repitió una famosa frase de Gustavo Madero. Evidentemente, el presidente López Obrador no quería contestar las incómodas preguntas que le hacían sobre el vergonzoso operativo de Culiacán. Suficiente deshonra y molestia había causado ya en el ejército al fingir ignorancia y pretender culpar a las fuerzas armadas de un error que con toda claridad había cometido su gobierno. Decidió así, por instinto, cambiar la conversación y dejar de hablar del culiacanazo para dar un espectáculo para el graderío. “Los medios son unos perros y como al apóstol que los liberó me quieren morder la mano”. Ni los que lo criticamos somos perros ni él liberó a nadie. Él es presidente precisamente porque desde hace ya décadas en México se vive una plena libertad de expresión. Le guste o no.
Pero, nos guste o no, logró su cometido y el foco de la discusión cambió. Se dejó de hablar de la ausencia de un plan nacional en materia de seguridad y justicia, de la superficialidad del discurso moralino de abrazos y no balazos, de la estupidez implícita en el llamado a las madrecitas y abuelitas para que regañen a sus hijos y nietos, y se empezó a hablar de la intransigencia del presidente, su innata tendencia a la polarización y sus afanes de censura. Fiel a su guion y estilo, en la mañanera del lunes, el presidente López Obrador nos presentó a un funcionario de la Secretaría de Seguridad Pública (sí, esa que se supone que investiga y persigue a los delincuentes) quien expuso una investigación de inteligencia (supongo que en materia de seguridad pública) en la que habían estudiado el comportamiento de las tendencias o trending topics relacionados con las etiquetas #PrensaProstituida, #PrensaSicaria y #PrensaCorrupta. Los resultados de esta valiosísima investigación que por su relevancia mereció ser presentada a la nación por el jefe del Estado mexicano son importantísimos: la gran mayoría de los que fomentaron los ataques a los medios llamándolos #PrensaProstituida, #PrensaSicaria y #PrensaCorrupta son usuarios reales de las plataformas digitales (menos del 0.01% de la población, pero reales) y como una cuarta parte son bots, pero no bots bots, son bots-personas reales, y son, ni más ni menos, que Luis Calderón Zavala, el muy joven hijo de Felipe Calderón, Aurelio Nuño, el Ex Secretario de Educación Pública y Juan Carlos Romero Hicks, líder del PAN en la Cámara de Diputados.
De esta investigación me surgen varias dudas ¿qué hace la Secretaría de Seguridad Pública persiguiendo tuiteros cuando no existe delito alguno que se les pueda atribuir?… Y aquí levanto con temor la mano del teclado. Seguramente por pura casualidad, el mismo lunes en que el presidente presentaba la investigación de su Scotland Yard, el Subsecretario de Gobernación, Ricardo Peralta, publicó un ominoso artículo en Excélsior en el que equipara “crear ambientes de duda”, “difundir notas hirientes” y “crear noticias falsas” en redes con el terrorismo, delito que merece la prisión preventiva oficiosa. Así como lo oye. Para el gobierno de López Obrador el narco es pueblo y no se le puede tocar, pero si usted tiene un muy ácido sentido del humor y difunde notas que al señor presidente o al señor subsecretario le parezcan “hirientes”, merece ser acusado de terrorismo y estar en la cárcel mientras lo juzgan. Por mucho menos que esto cientos de activistas estarían en la calle. Hoy callan y su silencio es estrepitoso. Quizá es tanto el ruido de fondo que ya no podemos oírnos a nosotros mismos.
Por la tarde, la realidad vino a descomponer todo otra vez, y los narcos mataron a casi una decena de mujeres y niños indefensos en Chihuahua. A ver qué giro le da el encantador de serpientes.