2019-04-29
Ha transcurrido un lustro desde la Declaratoria de Preponderancia en el sector de telecomunicaciones y no se ha materializado el anhelado y prometido escenario de competencia efectiva. El agente económico preponderante ha intentado por todos los medios dejar de ser sujeto a las medidas de regulación asimétricas sin intentar cumplir a cabalidad con estas y así acelerar su salida de este régimen. Ello, en detrimento del desarrollo de sus competidores y del bienestar de los consumidores.
La falta de efectividad y las deficiencias en el cumplimiento de las medidas de regulación asimétrica se manifiesta en los indicadores de concentración de mercado, esto es, en el nivel de participación de mercado que aún ostenta el preponderante, tanto en suscripciones como en ingresos.
La participación de mercado agregada en usuarios de telecomunicaciones o Unidades Generadoras de Ingreso (UGI) del preponderante asciende a 60% a septiembre de 2018, tan sólo 0.6 puntos porcentuales (p.p.) por debajo del nivel registrado en marzo de 2017, momento en el que se revisaron, modificaron y adicionaron nuevas medidas. Desde la Declaratoria de Preponderancia en marzo de 2014 a septiembre dels año pasado, se ha registrado una reducción de 5.7 p.p.
Esto apunta a un escaso rebalanceo competitivo con una reducción en el ritmo de desconcentración tras la primera revisión bienal. Incluso amerita destacar una regresión competitiva en el segmento de banda ancha móvil (BAM), tal que la participación de mercado del preponderante aumentó 1.7% en este periodo, para alcanzar 71.6% y un Índice de Herfindahl-Hirschman (IHH) de 5,480 puntos, el más alto en los mercados en los que participa.
En ingresos, se identifica una circunstancia similar. Entre marzo de 2017 y diciembre de 2018, América Móvil incrementó su ponderación en ingresos totales de telecomunicaciones en 0.7 p.p., al pasar de una proporción de 58.7% a 59.4%.
Es evidente que los efectos no han sido los esperados en términos de competencia. Los operadores que representan la competencia apuntan que no se han eliminado los cuellos de botella, en particular, las barreras a acceso a la infraestructura del preponderante resultado de prácticas dilatorias por parte del mismo, así como una inacabada aplicación de la regulación asimétrica.
La regulación vigente ha sido ineficaz en crear condiciones de igual acceso a recursos de infraestructura, de ahí la necesidad de enfatizar su aplicación y de plantear la conveniencia de instrumentar medidas estructurales. Es fundamental dar punto final a este escenario de incumplimiento e ineficacia de la regulación asimétrica para la competencia. La segunda revisión de su efectividad representa una buena oportunidad para que el IFT comience a aplicar los remedios necesarios para revertir esta tendencia de escasa nivelación y regresión competitiva