2021.02.08
Vía El Heraldo de México
Si bien en el mundo distintos temas como el tamaño de las redes sociales, su impacto en medios tradicionales, afectaciones en procesos electorales.
Durante el último mes, las redes sociales se han visto en el centro de la discusión pública por distintas razones. Por un lado se propuso la creación de una nueva red social por parte del gobierno y, por el otro, se está trabajando en una iniciativa para regular a las ya existentes.
Si bien en el mundo distintos temas como el tamaño de las redes sociales, su impacto en medios tradicionales, afectaciones en procesos electorales, prácticas anticompetitivas que ejercen, entre otros han detonado una discusión sobre su regulación, en México se está trabajando en una iniciativa que busca regularlas por supuestamente ser capaces de limitar la libertad de expresión.
Sin duda, esta iniciativa deberá realizarse evitando improvisaciones ya que, como hemos aprendido, la regulación de estas involucran temas complejos y diversos que, a su vez, se entrelazan como la protección de datos personales, la libertad de expresión, el establecimiento de esquemas de cobro de impuestos, la publicidad y la regulación de contenidos. De esta forma, regular un aspecto podría garantizar efectos no deseados en otras dimensiones.
Por si no fuera poco, el presidente de México solicitó, alegando censura, que se considerara la creación de una red social propia donde no se limite la libertad de expresión.
Hay que recordar que las redes sociales son un ecosistema digital que se alimenta de las interacciones entre los usuarios. Esta es una de las implicaciones del fenómeno conocido como el efecto de red, del cual depende su éxito. Así, este efecto nos ayuda a explicar por qué se terminan interconectando más y más usuarios generando, de manera exponencial, de tal manera que se puede pasar de crear una red social de una universidad a conectar al mundo entero.
Ojalá fuera tan sencillo, pues una red, como la propuesta por el presidente, tendría que contar con funcionalidades tales que sus efectos de red fueran suficientes para competir contra Facebook, Twitter o WhatsApp. ¿El “no censurar” será suficiente para una red así en un contexto donde la libertad de expresión no se considera un derecho absoluto? No lo creo.
Preguntemos a Google por sus numerosos intentos por contar con una red que compita con las previamente mencionadas (Orkut, wave, g+, entre otras). O preguntemos a Snapchat y a Vine, redes en ascenso que terminaron por quedar sepultadas cuando las redes previamente establecidas integraron algunas de sus características.
De concretarse una red social “libre de censura” por parte del gobierno, es ampliamente probable resulte en intentos fallidos con millones de pesos tirados a la basura y que bien pudieron haberse empleado en políticas públicas prioritarias.
El beneficio social de las redes sociales es abundante ya que son plataformas que permiten interconectarse y comunicarse con cualquier persona del mundo de manera instantánea, entre otros aspectos. No por ello es deseable crear una desde al ámbito público, al tiempo que imponerles cualquier regulación deberá ser objeto de análisis detallado y bajo el enfoque del menor daño al usuario.