2020.11.03
Vía El Economista
Si bien todo apunta a que el ganador del voto popular después de la importantísima jornada electoral de hoy en Estados Unidos será el candidato demócrata, Joe Biden, aún persisten algunas dudas porque Donald Trump mantiene posibilidades reales de alzarse con la victoria en estados clave, como Iowa o Florida, lo que a su vez podría revivir el escenario de 2016, en el que Hillary Clinton aventajaba a Trump en casi todas las encuestas y de hecho obtuvo la mayoría del voto popular, pero terminó derrotada.
Varios analistas señalan que no obstante hay algunas similitudes entre el panorama que se observaba la noche del 7 de noviembre de 2016, la previa a la jornada electoral, y la noche previa a la jornada que hoy se desarrolla ya en nuestro vecino del norte, hay diversos factores que no deben pasarse por alto. Uno de ellos es que la ventaja que las encuestas dan a Joe Biden sobre Donald Trump es mayor que la que arrojaban las encuestas en 2016 en favor de Hillary Clinton, al mismo tiempo que el porcentaje de indecisos es mucho menor ahora que en aquel momento. En teoría ello significa que la probabilidad de que Donald Trump se haga con el triunfo es mucho menor que hace cuatro años. Sin embargo, ya sabemos que no se puede descartar un resultado sorpresivo a favor del actual presidente Trump.
Ahora bien, una vez transcurrida la jornada electoral, a menos que se diera otro escenario sorpresivo, en el que Biden arrase no solo en el porcentaje del voto popular sino también obtenga una ventaja indubitable en términos de los votos electorales, todo apunta a que Estados Unidos, y el mundo, se mantendrán en vilo por varias semanas, por un intenso litigio en los tribunales en aquel país, sobre todo por parte del equipo de campaña de Trump que buscará anular una importante cantidad de votos, particularmente en el contexto de los votos que se emitieron por adelantado.
¿Qué significa para México un escenario así? Pues bien, significa que el ímpetu de la recuperación económica de nuestro país, no tan vigoroso como lo quieren vender el presidente y su gabinete, probablemente se aminore, como consecuencia de la incertidumbre política en Estados Unidos, que se contagiará a la economía. Bajo un ambiente enrarecido como este, es probable que el ritmo de recuperación de lo que Estados Unidos compra a México se atempere, lo que significaría un freno a la variable clave que ha venido impulsando la recuperación del PIB de México, la demanda externa.
Por otra parte, un triunfo de Biden, si bien no alteraría de manera dramática el panorama económico de México en el mediano y largo plazo, impondrá desafíos serios al gobierno del presidente López Obrador, primero, por su evidente respaldo al presidente Trump, segundo, por la evidente visión diferente sobre el papel de las energías renovables en el futuro del sector energético; tercero, porque que nadie tenga duda de que un gobierno encabezado por Biden, con amplio respaldo demócrata en ambas cámaras del Congreso, significará mayores escenarios de presión al amparo del T-MEC para México y el gobierno de la 4T, sobre todo en la forma de disputas por aspectos laborales, que bajo un segundo gobierno de Trump; entre otros factores.
Por otra parte, independientemente del resultado de esta jornada, es un hecho que el mal manejo de la pandemia le habría pasado una importante factura a Donald Trump, reduciendo al mínimo sus posibilidades de ganar o de plano provocándole la derrota. Se trata de una poderosa lección tanto para la 4T como para la oposición en nuestro país, de cara al proceso electoral que viviremos en 2021. Quien piense que los ciudadanos menosprecian los riesgos para su salud y la de sus familias al momento de decidir por quién votar, está muy equivocado.