Federico González Luna Bueno.
Dentro de la amplitud de la agenda de las telecomunicaciones, la semana pasada estuvo presente un tema que probablemente no mereció la atención debida a pesar de lo que representa para el bolsillo de los usuarios.
Se trata de la consolidación de las Áreas de Servicio Local (ASL) en materia de telefonía. Para saber si una llamada es local o de larga distancia, el país se ha dividido en ASL o áreas geográficas dentro de las cuales las llamadas que se cursen entre teléfonos ubicados dentro de ellas se consideran locales, y las llamadas hacia fuera de ellas se tarifan como larga distancia. La semana pasada la Cofetel ratificó (con modalidades desafortunadas) su decisión para que en el país pasemos de 397 a 172 ASL.
Al dejar de existir 225 ASL millones de personas podrán hacer llamadas a poblaciones cercanas que se les cobrarán como locales, como es el caso de las llamadas entre los habitantes de Apizaco y Tlaxcala. Por sí solo, el estudio del tema de las ASL ofrece una buena historia de lo que han sido las telecomunicaciones en nuestro país en las últimas dos décadas. Refleja bien cómo hemos conjugado con mucho retraso la evolución tecnológica,
Las tendencias regulatorias internacionales, el abuso en el juicio de amparo, las complicidades de las autoridades administrativas, y el interés de los usuarios. La consolidación de las ASL que hoy nos ocupa llega por lo menos con siete años de retraso y aún falta culminar su trámite ante la comisión de mejora regulatoria, y su publicación final por Cofetel (ojalá cuente con el tiempo suficiente ante de ser sustituida por el IFETEL). Desde hace años nuestro país debió haber contado con mucho menos ASL de las que existen.
La decisión de la Cofetel fue tomada en el año 2006 y una y otra vez ha sido combatida por Telmex. Incluso, cuando parecía que por fin la Cofetel podría lograr la consolidación de ASL, vino en 2008 la intervención inoportuna, extraña e inexplicable de la SCT, otorgándole a la empresa la oportunidad de oro de posponer por siete años más la aplicación de la medida. Un beneficio de más de 25 mil millones de pesos.
La consolidación de ASL es una consecuencia directa del avance tecnológico, de las tecnologías móviles, de Internet y de la competencia real entre operadores. No es, en caso alguno, una dádiva del operador sino algo que impone la competencia o, en su defecto, la autoridad. ¿Por qué el retraso en México? Porque casi no existe competencia entre operadores fijos y el operador preponderante no ha tenido ningún incentivo para disminuir sus tarifas de larga distancia.
Quizá la larga distancia también debería servir como un método para medir el grado de competencia existente en tal o cual mercado de telecomunicaciones. Cuando casi no hay competencia, los operadores pueden darse el lujo de cobrar cosas que no valen un centavo, cosas que para ellos solamente representan ganancias y prácticamente ningún costo. En mercados competidos ningún operador puede darse tal lujo.
Hay países en los que hace tiempo ya desapareció la larga distancia, como EU, y toda la nación es una sola ASL. En México aún tenemos 397 y dando tumbos queremos pasar a 172. Lo peor del caso es que los sectores de la población que más pagan por estos sobreprecios son, nuevamente, los de menos recursos, que es la que se ubica en localidades geográficamente más cercanas unas de otras pero que forman parte de ASL diferentes.
La última decisión de la Cofetel beneficia directamente a Telmex, al permitirle que la consolidación de ASL se lleve a cabo en un solo momento en 24 meses, en vez de los 18 meses de consolidación gradual a partir del mes seis, que antes había aprobado. Votan a favor del aplazamiento De Swaan y Peralta, y en contra Martínez Pous y Milo Caraza. En el universo de ejemplos disponibles, poco tendrán que agradecer los habitantes de Metepec pues las llamadas que hagan a Toluca ya no serán locales dentro de seis meses como se había previsto originalmente, sino, con suerte, lo serán en dos años más.
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