Gerardo Soria
El Economista
Estimado lector, líneas abajo encontrará usted el típico comunicado de Mony de Swaan en el que se rasga las vestiduras y adopta su mejor papel: el de víctima. Como podrá ver, ahora resulta que el llamado Proyecto de Cobertura Histórica (Procobhi) sí existe, tal y como le he venido informado desde hace ya varias semanas. El señor De Swaan argumenta que, aunque existe el Procobhi, no hay contrato alguno con nadie que se llame o denomine Procobhi. ¡Encantadora respuesta! Vale la pena aclarar a De Swaan algunas minucias legales: (I) los contratos existen aunque no consten en papel -un contrato es simplemente un acuerdo de voluntades para crear o transmitir derechos y obligaciones-; (II) de ser cierto el dicho de la Cofetel en el sentido de que tienen firmado un convenio de colaboración con la Universidad de Berkeley, el objeto de éste es precisamente el Procobhi, por lo que está obligado a entregar toda la información solicitada, y (III) aún suponiendo -sin conceder- que el contrato entre la Cofetel y Berkeley fuese a título gratuito, eso de ninguna manera le quita el carácter de información pública al supuesto contrato entre ellas. La mala fe del hasta hoy Presidente de la Cofetel llega a tal punto que le parece una idea genial negar la existencia del Procobhi, simplemente, porque no hay persona alguna que se llame así. Nosotros solicitamos toda la información relacionada con el Procobhi, misma que nos fue negada sistemáticamente con dicho estúpido argumento. La obligación de informar que tiene la Cofetel se entiende en el sentido más amplio y no caben argumentos pseudolegales para evadirla.
Obran en mi poder diversos documentos que prueban más allá de toda duda la existencia del Procobhi: 1) la confesión expresa -ahora sí- de la Cofetel que obra al pie de este artículo; 2) la fe de hechos certificada por notario público en la que se acredita que diversas personas ajenas a la Cofetel estaban capturando información confidencial y secretos industriales propiedad de los concesionarios de radio y televisión bajo el Procobhi; 3) diversas fotografías en las que se aprecia el volumen y tipo de la información a la que Mony de Swaan dio acceso pleno, y 4) fotografías de la bitácora de acceso al archivo de la Cofetel en las que se puede ver el nombre de la persona y el señalamiento expreso de que estaban ahí en relación con el Procobhi.
Entregar información confidencial y secretos industriales a un tercero sin el consentimiento expreso del dueño de la información puede constituir varios delitos: (a) ejercicio indebido del servicio público; (b) ejercicio abusivo de funciones, y (c) revelación de secretos industriales, entre otros.
La pinza se está cerrando. Veremos quién es el que miente, Mony de Swaan o yo.
Sr. Director.
El Economista
Con relación a la columna del señor Gerardo Soria, publicada en la edición del 5 de diciembre del presente año en el periódico que usted dirige (página 28 de la sección Empresas y Negocios), me permito realizar las siguientes aclaraciones con el objetivo de que sus lectores reciban, como merecen, la información veraz.
No es la primera vez que el señor Soria miente y, con ello, desinforma a los lectores de El Economista. Lo ha hecho recurrentemente a pesar de que esta Comisión ha contestado con claridad y puntualidad todas las solicitudes de acceso a la información iniciadas por sus colaboradores, mismas que utiliza para mal informar. En este sentido, valga esta oportunidad para hacer del conocimiento de los lectores que no existe ningún proveedor de la Comisión Federal de Telecomunicaciones denominado Procobhi. Procobhi es simplemente el nombre que la Universidad de Berkeley, de reconocido prestigio, ha dado a un proyecto académico que realiza en colaboración con la Cofetel.
Se trata de un estudio que evaluará el impacto de los medios de comunicación en el desarrollo económico de México, mismo que tiene como objetivo calcular la cobertura histórica de los medios de comunicación a nivel local. Por alguna razón, que queda fuera de nuestro alcance comprender, Soria ha decidido omitir en todos sus artículos sobre el Procobhi la información que la Cofetel ha entregado en respuesta a las solicitudes realizadas.
Su actitud es arcana y lamentablemente lo aparta de la objetividad, dañando no sólo su prestigio como “analista” o “especialista” en telecomunicaciones, sino, más grave aún, el prestigio de El Economista ante la opinión pública. En la solicitud de acceso a la información 0912100060212 se pidió copia certificada de toda la documentación relativa a la “contratación del proveedor conocido comercialmente como Procobhi, incluyendo anexo técnico, propuestas o cotizaciones, estudio de mercado, requisición presupuestal, actas de fallo, actas de cierre, facturas, etcétera”. Al respecto, tal y como se respondió en la solicitud, no existe contratación alguna de ninguna empresa con este nombre. (Carta editada)
Atentamente:
Edgar Yeman García Turincio, Coordinador General de Comunicación Social Comisión Federal de Telecomunicaciones.