2020.01.05
Vía El Economista
En el año más complicado que haya vivido el sector salud de nuestro país, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador se dio el lujo de ejercer un gasto en este ramo en el período enero-noviembre, menor en 10% a lo programado para los primeros 11 meses del año. Es decir, de un presupuesto para enero-noviembre de 120,598 millones de pesos, la Secretaría de Salud solo fue capaz de ejercer 108,630 millones de pesos. Vamos, no fue capaz de utilizar en forma oportuna casi 12,000 millones de pesos.
Aunque usted no lo crea, al cierre de un año en el que México padeció los estragos del Covid-19, de manera más acentuada que casi todos los países, con un registro de 125,807 mexicanos que habían perdido la vida como consecuencia de este nefasto virus, así como de 1 millón 426,094 personas contagiadas, el gobierno del presidente López Obrador no mostró un esfuerzo destacado o extraordinario para utilizar hasta el último peso presupuestado para la Secretaría de Salud en mejorar la capacidad de atención en los hospitales del sector público, ampliar la capacidad instalada o apoyar con mejores herramientas y equipo de protección a todo el personal de la salud involucrado en la atención de esta pandemia, por ejemplo.
La única forma de explicar este pobre desempeño es la ineptitud y la falta de capacidad para ejercer las tareas que tienen encomendadas, tanto el titular de la dependencia como el subsecretario Hugo López-Gatell, que no tuvo tiempo de ejercer oportunamente el gasto de la Secretaría de Salud en beneficio de millones de mexicanos, pero sí de darse una escapadita a Huatulco a disfrutar de unos días libres, durante los cuales siguieron muriendo más mexicanos. No podemos saber cuántos se habrían salvado de haberse ejercido oportunamente esos 12,000 millones de pesos que no supieron gastar él y su jefe, y bueno, todo el equipo que los acompaña en esa dependencia, pero con una vida que se hubiera salvado bastaba.
En mi colaboración del pasado 1 de septiembre, ya había comentado que, con los datos de las finanzas públicas al cierre de julio, no se observaba un esfuerzo destacado en el ramo de Salud. Los datos al cierre de noviembre lamentablemente confirman que nunca hubo la intención actuar con diligencia y oportunidad para hacer frente a la pandemia en México no solo con todos los recursos que la Cámara de Diputados había aprobado en noviembre del 2019, para un año que se estimaba como rutinario, y mucho menos con recursos extraordinarios.
Sorprende también que en la Secretaría del Bienestar tampoco fueron capaces de ejercer plenamente los 176,170 millones de pesos que se habían programado como gasto hasta noviembre. En este ramo que aglutina a prácticamente todos los programas clientelares del presidente y que se supone estuvo adelantando los apoyos a todos los beneficiarios a efecto de que pudieran hacer frente a los efectos de la crisis económica provocada por la pandemia, dejaron sin ejercer 8,000 millones de pesos, exhibiendo aquí también las limitaciones que tienen esos funcionarios de la 4T que se supone deberían haber sacado la casta en momentos de crisis como lo que aún seguimos viviendo.
Al mismo tiempo que en Salud y en Bienestar no se ejerció plenamente lo que se había programado, no sorprende que sí hubo determinación para ejercer a conciencia lo programado e incluso incurrir en un sobre ejercicio, en las secretarías que tienen a su cargo la construcción de proyectos como la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya, que son la Secretaría de Energía y la Secretaría de Turismo. Ahí es donde están las prioridades de este gobierno, presumir avances de obras, en vez de presumir vidas salvadas. Con esa cara se dan el lujo de cuestionar lo que hacían los gobiernos anteriores.