2022.01.11
Vía El Economista
Aún es muy temprano para tener claridad sobre cómo resentirá la economía mexicana los efectos de la nueva ola de contagios de Covid-19 que ha tomado por asalto al mundo desde finales de 2021 y en estas primeras semanas del nuevo año. Por ahora sabemos que la variante conocida como Ómicron es mucho más contagiosa que las otras variantes o cepas previamente conocidas, y en la mayoría de los casos, menos severa, o al menos está manifestándose con menos complicaciones en buena medida gracias al mucho mayor porcentaje de personas vacunadas contra el Covid-19, en comparación con lo que se observaba hace un año o seis meses, por poner un espacio de tiempo.
Sin embargo, diversos medios reportan en Estados Unidos que las empresas del ramo manufacturero han empezado a experimentar un importante ausentismo de trabajadores que se han contagiado de la nueva variante Ómicron, lo que en muchos casos ha provocado reducciones en el ritmo de producción o en otros incrementos importantes en los costos de producción en virtud de medidas que algunas de esas empresas han adoptado para evitar que se vuelva a caer la producción, en algunos casos pagando horas extras a los trabajadores que sí están disponibles o trasladando empleados a otros sitios de producción para poder hacer frente a las ausencias.
Esto nos muestra que economías que ya habían recuperado el terreno perdido como resultado del choque provocado por la pandemia del Covid-19, en términos de crecimiento económico, o estaban a punto de hacerlo, están teniendo que sortear un nuevo bache que seguramente no será tan dramático como en las olas anteriores, pero sí se traducirá en un ajuste en las expectativas de crecimiento, que posiblemente les termine por restar una o dos décimas a su tasa de crecimiento estimada para este 2022. Así, Estados Unidos en lugar de crecer entre 3.5 y 4.0 por ciento, que los analistas estimaban previamente para este año que recién comenzó, posiblemente lo haga a una tasa que se ubicaría entre 3.3 y 3.8 por ciento, por ejemplo. Lo mismo se anticipa para economías europeas.
Ahora bien, esta prospectiva, combinada con la expectativa de incrementos en la tasa de interés en Estados Unidos que provocará que los mercados financieros internacionales se vean más presionados entre otras razones por el incremento en los costos financieros para los países que mantienen deuda en dólares, y el impacto sobre las decisiones de inversión y producción a nivel global, que probablemente se traduzca en un ritmo de crecimiento más moderado tanto en Estados Unidos como a nivel global, se traducen en un escenario más complicado para la economía mexicana para el 2022 que la que tenían en mente el presidente López Obrador y los integrantes de su equipo económico.
Aunado a lo anterior están los datos sobre la Inversión Fija Bruta y el Consumo Privado para octubre del año pasado, que muestran que prácticamente no se movieron respecto a septiembre, es decir, lo que indica que la economía resintió un freno importante hacia el cierre del año. De manera particular, la Inversión Fija Bruta aún se ubica 17 por ciento por debajo del nivel observado en julio de 2018, cuando la 4T obtuvo el triunfo en las urnas, y mes a partir del cual entró en ruta de descenso. Con el dato de octubre, la Inversión Fija Bruta en México se ubica en un nivel similar al observado, previo a la pandemia, en marzo de 2011, es decir, que para el cierre del 2021 traía un rezago de prácticamente 10 años, provocado en los tres años de la administración del presidente López Obrador.
Bajo este contexto, y con la amenaza de continuar con la necedad de retroceder al sector eléctrico al modelo de excesiva intervención estatal de la década de los 70, cambiando las reglas de manera caprichosa, sin un razonamiento económico lógico, lo digo nuevamente: es muy probable que a la 4T se le siga complicando el rumbo de la economía, y con ello, termine por empeorar el bienestar de los mexicanos en los siguientes años.
Por cierto, pronta recuperación al presidente López Obrador.