2019-11-13
En algunas series de televisión y películas la última escena suele ser un auto perdiéndose en una carretera rumbo al horizonte y el anonimato. Poco se piensa que dicho vehículo, si fue fabricado desde mediados de la década de 1990, lleva en su interior un sistema que registra todo lo que pasa en el motor, incluyendo su desempeño y fallas. Conocido por sus siglas OBD (On-board diagnostics) este sistema es una herramienta indispensable para mecánicos y técnicos automotrices y una fuente de datos para organizaciones que los analizan para detectar patrones de uso y hasta de abuso de los vehículos.
En 1982 el organismo ambiental California Air Resources Board creó el primer sistema OBD con el fin de obtener información de sensores relacionados con la emisión de contaminantes: módulo de control, sistemas para distribución de combustible y oxígeno en el motor. Durante la década siguiente se desarrolló un puente de datos llamado Data Link Connector (DLC) que permitió conectar el automóvil con computadoras y otros equipos de análisis y descargar la información generada. Su popularidad fue tal que desde 1996 todos los vehículos ensamblados en Norteamérica incluyen el sistema OBD o alguna variante como la versión más avanzada OBD II o el estándar creado por la Unión Europea llamado EOBD.
¿Cómo funciona este sistema? Los vehículos automotores cuentan con multitud de sensores que miden variables que van de la presión de las llantas hasta las revoluciones del motor. Esta información llega hasta una computadora que a su vez contiene chips de memoria donde se almacena la información. Gracias a que estos datos son procesados bajo estándares uniformes creados por organismos como la Society of Automotive Engineers (SAE), la computadora interpreta la información y envía códigos alfanuméricos que pueden ser interpretados por personal de mantenimiento automotriz como fallos mecánicos, eléctricos y de otros tipos.
Al principio esta información solo se podía extraer y analizar con equipos y personas especializadas. Sin embargo existen hoy dispositivos que pueden conectar el sistema OBD con cualquier computadora e incluso en forma inalámbrica con dispositivos como teléfonos inteligentes. Mejor aún, existen aplicaciones descargables que permiten extraer libremente la información e interpretarla, en buena medida porque los datos no están cifrados y cualquiera con acceso físico al puerto OBD puede descargarlos.
La información generada por los sensores que se comunican con el sistema OBD puede analizarse y determinar hábitos precisos de conducción vehicular. Patrones de aceleración y frenado bruscos pueden identificar un individuo habituado a conducir a exceso de velocidad mientras que cambios de presión en las llantas podrían ubicar a un vehículo conducido por caminos de terracería. No extraña que empresas de tecnología buscan incorporar procesadores más poderosos a los sistemas OBD y que estos puedan enviar datos en tiempo real vía redes de telecomunicaciones móviles.
Ya existen empresas aseguradoras en Estados Unidos que obtienen y utilizan los datos obtenidos del sistema OBD para sugerir mejores prácticas de manejo y calcular la prima del seguro en base al uso del vehículo por el asegurado. Pero no es la única aplicación para este tipo de datos; otras empresas combinan los datos del sistema OBD y los combinan con dispositivos GPS para el control operativo y administrativo de flotillas vehiculares. En el futuro estos datos serán fundamentales para nutrir a los sistemas de inteligencia artificial que harán posible los autos inteligentes.
Todo suena muy interesante, pero ¿a quién pertenecen los datos generados por nuestros automóviles? Virtualmente no existe regulación en país alguno que haya tocado este tema de manera explícita, pero en 2014 dos asociaciones de fabricantes de autos firmaron un documento que contiene una serie de principios para proteger la privacidad de los datos generados por vehículos automotores, aunque su cumplimiento queda a criterio de los firmantes del acuerdo.
En cuanto a México la Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de Particulares, no toca explícitamente el tema de los datos provenientes de sistemas OBD o similares pero su reglamento indica que uno de los principios de protección de datos que aplica en toda transacción de datos involucra el consentimiento de quien genera los datos. Esto significa que cualquier persona que ponga datos propios o de objetos bajo su propiedad en manos de terceros debe conocer y aprobar la transferencia y tratamiento de datos.
La tecnología, como los automóviles, puede acelerar a enormes velocidades rebasando patrullas y regulaciones. Sin embargo los humanos podemos mantenernos al volante conociendo y controlando el tipo de datos que nuestros vehículos generan y en caso necesario, pisando el pedal de freno.