Ernesto Piedras/ El Economista
La penetración móvil se mide universalmente como el número de líneas dividido entre la población total. En México, las 102.2 millones de líneas móviles al segundo trimestre del año representan una penetración de 86.3 por ciento. Claro, ahí se considera toda la población, con bebés incluidos, personas fuera de zonas de cobertura y también aquéllos que tienen más de una línea, es decir, cuyo belt share o tenencia de líneas es superior a uno.
Ahora bien, si contabilizamos a aquellas personas que cuentan con más de una línea como un usuario único, la penetración móvil en nuestro país queda aún más limitada de lo que pensamos. Si sabemos, entonces, que 11 % de los usuarios cuenta con dos o más líneas móviles, esto quiere decir que un total de 11.2 millones de líneas deben de ser restadas a nuestra base de 102.2 millones de líneas para tener un mejor acercamiento de la penetración efectiva en el país.
Realizando esta aritmética, es posible observar que el número de líneas móviles se reduce a 91 millones, lo que se traduce en una penetración efectiva de apenas 76.8 %, poco más de 10 puntos porcentuales por debajo de la penetración que creíamos tener y mucho muy por debajo de países con igualdad de características sociales y económicas que el nuestro.
Penetración en perspectiva internacional
Ahora bien, cualquiera diría que es una comparación injusta pues habría que quitarle a la penetración de los países latinoamericanos el mismo factor de doble contabilidad que le hicimos a México en el ejercicio previo.
Déjenme decirles que la mayoría de los países latinoamericanos cuentan con penetraciones muy superiores a 100%: Argentina alcanza 142.5%; Brasil, 134.3%, Chile, 138.5%,y Colombia cuenta con 103.2 por ciento.
Al hacer este mismo ejercicio para nuestros principales socios comerciales en Latinoamérica, es posible observar que, aún eliminando la doble contabilización de líneas correspondientes al belt share, todos los países siguen superando la barrera de penetración de 100 %, mostrando un elevado grado de adopción digital, que destaca aún más el atraso de nuestro país.
Teledensidad móvil, hacia adelante
Adicional a la tenencia real que tenemos, es importante mencionar que llegar a una penetración efectiva de 100 % nos va a llevar más tiempo del que pensamos, ya que, al hacer un análisis de corte social nos podemos dar cuenta que los mexicanos en pobreza extrema corresponden a un segmento poblacional que queda fuera del mercado asequible, es decir, quedan sin posibilidad de acceder a los servicios de telecomunicaciones.
Existen 11.5 millones de mexicanos en situación de pobreza extrema que, con ingresos menores que el costo de la canasta básica y las tres carencias sociales fundamentales, se les imposibilita absolutamente acceder al mercado. Para ello será necesario el apoyo directo de una política pública que les garantí ce el acceso, y vale la pena mencionarlo ya que definitivamente abonan por el lado negativo a la adopción digital nacional.
Entonces, teniendo una penetración más de 10% por debajo de lo que creíamos derivado del belt share y aunado con la imposibilidad de acceder al mercado de los mexicanos en pobreza extrema lo que denominamos mercado social, queda claro que aún falta mucho por hacer en este camino por la inclusión digital universal en el país.
Confiemos que las nuevas disposiciones regulatorias abonarán positiva y efectivamente en la adopción digital.
Twitter: @ernestopiedras
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