Rodrigo Pérez-Alonso | Dinero en Imagen | 26 de agosto 2015
La hora finalmente le llegó al dragón. En una zaga que tardó quizá muchos años, el sobrecalentamiento, las cifras alegres de su economía, la baja en la demanda global de productos y hasta el precio bajo de los commodities, jugaron un papel importante en esta semana para que la segunda economía más grande del mundo estornudara y contagiara a los mercados financieros internacionales.
Quizás por el efecto del optimismo colectivo que durante años contagió a los mercados y la falta de datos certeros sobre su desempeño económico, los analistas no habían logrado ver detrás del telón.
Lo que es un hecho es que, durante las últimas semanas, el gobierno chino ha abierto parte de ese telón y demostrado que su economía no es ya tan sólida como trataba de demostrar hacia el mundo externo, aquél no controlado por el tentáculo del partido hegemónico que todo lo ve y supervisa.
Para mí fue interesante conocer el año pasado ese país. En el marco del Foro Económico Mundial, pude visitar brevemente Pekín y el puerto de Tianjin, donde recientemente explotó una planta procesadora de químicos peligrosos que causó enormes daños. Ahí vi grandes obras de infraestructura, edificios nuevos y hoteles de superlujo a precios muy bajos.
El aeropuerto de Pekín, una obra de infraestructura moderna que se inauguró con motivo de los Juegos Olímpicos de 2008, lucía casi vacío y con pocos aviones. Existían edificios que estaban sin ocuparse por años y centros comerciales con pocas personas rondando o comprando en ellos. Todo indicaba, a los ojos del que escribe, que mucho de ese crecimiento era artificial y controlado. La polución, generada principalmente por el uso de carbón en la generación de energía, alcanzaba niveles alarmantes de cuatro o cinco veces los del Distrito Federal.
Como muestra de ese decrecimiento, la producción industrial china cayó de 9.0 a 6.9 por ciento al mes de agosto de 2014. Todo indica que la economía estaba sobrecalentada sin ser reconocida como tal por el gobierno mismo.
Cada año se estima que el PIB crecerá en 7.5 por ciento y siempre, milagrosamente, se llega a la meta o se supera, lo cual seguramente no se logrará en este año. Tan sólo esta semana el Banco Central Chino anunció un recorte en la tasa de interés de referencia para llegar a 4.6 por ciento, la quinta vez que recorta las tasas para generar mayor liquidez en la economía, y bajó los requerimientos de reservas de los bancos, dos políticas tradicionales con las que cuentan los bancos centrales. Esto se aúna a la reciente devaluación el 11 de agosto del yuan, cambiando así su política monetaria.
¿Y EL PESO?
Ante el escenario de fortalecimiento del dólar y los efectos de la economía china, cabe preguntar si el peso se devaluará aún más. Lo cierto es que las empresas que dependen de la importación, pronto estarán ajustando sus precios finales al consumidor.
Entre éstas, la industria de tecnología de la información, empresas de telecomunicaciones, armadoras y agencias de automóviles y un largo etcétera. La otra gran pregunta es si esto generará inflación. Las preguntas están en el aire, pero lo cierto es que el gobierno de la República está actuando responsablemente.