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Narcisismo político

Rodrigo Perez Alonso

Excélsior

Dos hechos han trascendido en el medio político nacional e internacional en la última semana: el primero, a nivel nacional, el arresto de la líder magisterial Elba Esther Gordillo, presidenta vitalicia del cuasi monopolio sindical de la educación en México. El otro hecho, en Venezuela, fue el anuncio ayer de la muerte del Presidente de aquél país, Hugo Chávez. Dos sucesos de dos personajes tan apartados entre sí, ¿qué tienen en común? El caudillismo, liderazgo desenfrenado, culto a la personalidad y poder absoluto, entre otros adjetivos, que derivan de un mismo mal de la personalidad de algunos líderes latinoamericanos: narcisismo.

En el caso de La Maestra Elba Esther Gordillo, el poder que ostentó durante un cuarto de siglo sobre el sindicato más grande de Latinoamérica, la llevó a doblegar incluso a las máximas autoridades políticas de nuestro país e imponerles condiciones descabelladas, con el propósito de servirse a sí misma y a los suyos de más poder y recursos económicos. La fuerza sicológica que ejercía sobre los gobernantes se basaba en la amenaza de verter a más de un millón de líderes comunitarios a las calles. Dotada de una personalidad fuerte y retadora, impuso la disciplina en su gremio con la dicotomía del sí o del no; estás conmigo y, por ende, con mi gremio, o no lo estás y habrá consecuencias. Esta última parte fue finalmente la que acabó con su poder y significó el error más grande de su carrera política y magisterial; pensar, como lo había hecho antes con tres presidentes, que estaba por encima del Presidente de la República, la llevó a su actual situación.

Por otra parte, ayer vimos en los noticieros las imágenes de gente llorando en las calles de Venezuela, inconsolables por la muerte de su querido líder y redentor. Chávez llegó al poder vestido de cordero y, una vez que se sentó en la silla presidencial, todas las instituciones debieron rendir pleitesía a su personalidad; el lobo mostró su cara. Se desmantelaron las leyes, instituciones y estructuras políticas y económicas con el único propósito de servir al Presidente y a los suyos. El discurso redentor cambiaba conforme los deseos del comandante Presidente. El único límite al poder fue la propia mortalidad Chávez, un hombre de 58 años que, por cierto, llegó a la Presidencia.

En un artículo de la revista Psychology Today de diciembre de 2012 sobre el narcisismo en política (http://bit.ly/vQObHw) se hace un interesante análisis de por qué existe en el medio político. Menciona el autor que los políticos narcisistas `una vez que llegan al poder sienten que no deben rendir cuentas a nadie más que a sí mismos`. El Estado y sus instituciones están a las órdenes del líder, comandante o maestra. El Estado soy yo, diría el rey de Francia Louis XIV.

¿Cómo evitar estos abusos en el futuro? El mismo debate se ha dado después de la caída de innumerables déspotas, caudillos y similares durante siglos. El mejor remedio siempre será el fortalecimiento de las instituciones.

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