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Eduardo Ruiz Vega | La Razón | 7 de Septiembre 2015

En la era digital que experimentamos, la importancia del espacio aéreo utilizado para el despliegue de tecnologías de comunicación e información, denominado espectro radioeléctirico, es innegable.

El espectro radioeléctrico, definido en la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión como el “espacio que permite la propagación, sin guía artificial, de ondas electromagnéticas, cuyas bandas de frecuencias se fijan convencionalmente por debajo de los 3 mil gigahertz” es un insumo básico, o materia prima, para la mayoría de los servicios que permiten la comunicación entre usuarios, ya sea en forma directa, o mediante conectividad, a la llamada nube digital que conforma el Internet, junto con los servicios y aplicaciones desarrollados en su entorno.

Las condiciones de uso y asignación de las frecuencias del espectro han variado a lo largo de los años en nuestro país. En una primera instancia, la asignación se presentó de manera directa, caso por caso, con un destino específico y acotado. Así nacieron la radio y la televisión radiodifundida y, posteriormente, servicios como la radiolocalización de personas (paging), radiocomunicación especializada de flotillas (trunking) y la radiotelefonía móvil con tecnología celular, por mencionar algunos.

Con la digitalización de redes y sistemas, al tiempo en que se presentó la emisión de la Ley Federal de Telecomunicaciones en 1995, se modificó el método de asignación del espectro radioeléctrico a los particulares teniendo en mente su condición de recurso escaso y finito. Esta ley determinó que el espectro de uso comercial debía asignarse mediante procesos de licitación pública, a efecto de garantizar eficiencia y valor social en su uso y explotación. De igual forma, se previeron mecanismos para modernizar el régimen de las concesiones otorgadas anteriormente, para incluir más usos y servicios en las frecuencias comprendidas por las mismas.

Un nuevo parteaguas se presentó con el desarrollo de las tecnologías de acceso de banda ancha desde todo tipo de dispositivos de telecomunicaciones, muy señaladamente, en los últimos años, desde dispositivos móviles que en un inicio sirvieron para realizar comunicaciones móviles de voz y datos y que hoy en día son verdaderas computadoras de bolsillo con capacidades similares a las de un ordenador fijo de casa u oficina. Esta es la realidad que enfrenta la sociedad en la actualidad y que habrá de ser regulada a partir de la reforma constitucional en materia de telecomunicaciones, con base en las disposiciones contenidas en la Ley Federal de Telecomunicaciones, vigente desde agosto de 2014.

En el entorno actual, la importancia y concepción del espectro radioeléctrico como recurso esencial y escaso se mantiene. Una nota distintiva de la situación actual radica en la necesidad de destinar una cantidad mayor de espectro a la provisión de servicios y aplicaciones que requieren de conectividad permanente de banda ancha frente a otras necesidades, para emplear este bien público en actividades de orden público e interés social.

México no es el único país que se ubica en esta coyuntura, se trata en buena medida de un proceso que se discute en muchos países, regiones e inclusive a nivel mundial. Los mecanismos para incrementar la potencialidad de uso del espectro son diversos, pueden contemplar desde su reordenamiento y mayor oferta al sector privado de frecuencias, intervención estatal en donde no la había, hasta formas para su compartición, en donde no existe, por parte de diversos operadores.

 

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