2021.03.23
Vía El Economista
Los datos que reveló ayer el Inegi, derivados del segundo conjunto de resultados del Estudio sobre la Demografía de los Negocios (EDN) 2020, exhiben crudamente los resultados de la ausencia de apoyos del gobierno del presidente López Obrador para que todas las unidades de negocio que existían en nuestro país al inicio de la pandemia pudieran hacer frente al choque que produjo ésta.
Hoy sabemos que el número total de negocios existentes en nuestro país pasó de 4 millones 857,007 unidades en 2019, a 4 millones 465,593 unidades. Es decir, después del primer vendaval causado la drástica disminución de la actividad económica, en nuestro país desaparecieron de manera permanente 391,414 negocios.
Lo preocupante es que, de acuerdo con lo publicado por Inegi, los establecimientos que desaparecieron tenían en promedio 2.9 empleados, mientras que los que se crearon solo tienen 2 empleados en promedio. Es decir, no solo disminuyó de manera importante el número de negocios, sino que peor aún, el impacto sobre los empleos perdidos es todavía mayor. A septiembre de 2020, el cierre de miles de negocios en nuestro país había provocado que hubiera 2.5 millones de mexicanos más sin empleo, en comparación con lo que se habían estimado en 2019.
Lo anterior es el reflejo de una terrible confusión e ignorancia al interior de la 4T respecto a la conveniencia de poner en marcha medidas de apoyo para las empresas en México, principalmente para evitar que se vieran obligadas a despedir empleados, o peor aún, a cerrar de manera permanente. En su momento muchos advertimos que la actitud del gobierno de México de privilegiar la construcción de sus grandes proyectos de infraestructura, por encima de la necesidad de introducir medidas de apoyo para las empresas mexicanas frente al frenón de la actividad económica, se traduciría en un impacto negativo de gran importancia sobre el empleo e inevitablemente, sobre el número de mexicanos en condiciones de pobreza. Exactamente así ocurrió.
Mientras observamos esta imagen del campo de batalla mexicano con sus miles de bajas en el ámbito de los negocios, y con ellas, los millones de empleos perdidos, el país sigue viendo mermada su capacidad para crecer en el futuro, porque, como aquí lo he venido comentando una y otra vez, la 4T se ha empecinado en deteriorar la certidumbre de los inversionistas para evaluar las oportunidades que para su capital representa el mercado mexicano, desmantelando por un lado el andamiaje institucional, que si bien no podía considerarse como ejemplar, sí estaba dentro de lo que podía considerarse como el andamiaje necesario para avanzar hacia un mejor estado, y por otro lado desmantelando también las reglas para el funcionamiento de las instituciones y los mercados.
Sí, la economía mexicana crecerá este año, pero crecerá menos de lo que cayó en 2020, a diferencia de Estados Unidos por ejemplo, que este año recuperará no solo lo que retrocedió el año pasado, sino mejor aún, rebasará el punto en el que estaba cuando llegó la pandemia. México logrará crecer, en gran parte por el nuevo ímpetu que caracterizará a la economía del vecino del norte, que por supuesto aumentará sus compras a México.
Pero, cualquier crecimiento del PIB de México para 2021 menor a 8.5% debe ser considerado un absoluto fracaso, no hay duda que así será. Lo más preocupante para los mexicanos es que mientras enfrentamos este complicado panorama, el gobierno se entretiene con los rounds de sombra para amedrentar a empresas que confiaron en las reglas y decidieron invertir miles de millones de dólares en diferentes sectores de la economía. Esa necedad solo se traduce en frenar a México, en acelerar el deterioro en las perspectivas de mejora para millones de mexicanos, por más promesas de duplicar las pensiones de los adultos mayores u otras que más pronto que tarde no podrán ser financiadas.