2020.04.22
Vía El Economista
Me sorprende la ingenuidad de muchos de los brillantes columnistas que día a día ejercen la más preciada de las libertades: pensar y opinar de manera distinta a la mayoría o los poderosos. Ella (la mayoría) y ellos (los poderosos) no soportan a los disidentes, los distintos, los rebeldes. En este gobierno, pensar diferente y decirlo públicamente puede llegar a ser un acto de heroísmo. No obstante, muchos han caído en el juego de espejos del presidente. Está jugando con ellos.
El presidente es una persona muy ignorante, pero tiene barrio. Es taimado, mezquino, narcisista y ególatra. Nunca pierde, y cuando pierde se hace la víctima y le echa la culpa a alguien más. Eso es lo que estamos viendo con la puesta en escena de Bonilla en Baja California y su ya famosa frase “están cayendo como moscas” al referirse a los médicos y enfermeras del Seguro Social, o a la afirmación de Javier Alatorre de que las cifras de contagiados y muertos por la epidemia de Covid 19 presentadas cada noche por el doctor Hugo López-Gatell son falsas y ya, de plano, no hay que hacerles caso. Entre el ruido, el matemático Arturo Erdely dijo que la tasa de dispersión del virus sobre casos confirmados es de 31.3 veces y no la tasa de 8.3 que estimó el subsecretario López-Gatell. Ante la inquietud por saber los números reales, el presidente ha salido varias veces a pedir que confiemos en el científico López-Gatell, así como él confía.
De manera ingenua, muchas plumas atacaron a Javier Alatorre en defensa de López-Gatell, sin darse cuenta que el comentario de Alatorre es sólo parte de un engranaje más amplio mediante el cual López Obrador pretende transferir a López-Gatell la culpa del colapso inminente de nuestro sistema de salud. Cuando los muertos salgan a la luz, López Obrador se dirá engañado y traicionado. Él no sabía nada. Nunca se enteró. Y ofrecerá a López-Gatell en sacrificio. ¿Se acuerdan ustedes de Bejarano llenándose las bolsas con fajos de billetes con todo y ligas? ¿o de Ponce, el tesorero de López Obrador en la Ciudad de México, dándose vida de magnate en Las Vegas? Esta película ya la vimos y si la olvidan es porque quieren olvidarla. La instrucción de minimizar las cifras reales vino directamente de López Obrador. ¿Recuerdan cómo le habló a López-Gatell en una mañanera cuando el presidente dijo que todo volvería a la normalidad el 19 de abril y el subsecretario balbuceó un tímido “más o menos”? ¡Qué dijistes!, gritó.
El cirquero que mal gobierna México les hará olvidar a los padres de niños con cáncer suplicando por medicamentos, a los muertos del hospital de Pemex en Tabasco por comprar medicamentos contaminados, las quejas de médicos y directores de los Institutos Nacionales de Salud por falta de suministros, la atropellada creación del Instituto de Salud para el Bienestar, que tiene a un arqueólogo como director, las protestas de médicos y enfermeras que no tienen las más elementales medidas de protección contra el virus porque el presidente desfondó el sistema de salud para desviar recursos a sus programas clientelares. Nada de esto es responsabilidad de López-Gatell, pero será ofrecido para expiar las culpas del ganso inmaculado que nada en el pantano.