Los diputados y senadores llevan 194 días consecutivos de violar la Constitución. Ellos mismos establecieron como fecha límite el 9 de diciembre del 2013 para aprobar la nueva Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión y no lo han hecho ni sabemos cuándo lo harán.
Bueno, en realidad no son ellos porque ellos no mandan, los que mandan son las cúpulas de los partidos por las que los ciudadanos nunca hemos votado. En teoría, los diputados representan a los ciudadanos de su distrito y los senadores a sus estados, pero en realidad unos y otros representan los intereses de padrinos encumbrados en las cúpulas partidistas, porque es a ellos a quienes les deben el hueso y su futuro político. Por eso se premia al dócil y se castiga al que con independencia asume su papel. Como los ciudadanos no importan, los partidos se reparten entre sí los despojos del Estado, y esto es, precisamente, lo que están haciendo los partidos, particularmente el PAN, con las reformas energética y de telecomunicaciones.
Aunque lo anterior aplica a todos los partidos por igual, en la actual coyuntura el PRI apoya al presidente de la República, como debe hacer todo partido en el poder. El PRD, aunque no lo ha dicho expresamente (salvo en el caso de la reforma energética), ha demostrado que no va a apoyar nada que suene a libertad económica y libre empresa. Su corazoncito está con la Venezuela de Maduro, la demagogia y el corporativismo militante.
El PAN es un caso aparte. Don Manuel Gómez Morín, rector de la UNAM y fundador del PAN y del Banco de México, se volvería a morir si viera lo que sus muchachos están haciendo con el futuro económico de México: lo están vendiendo por un plato de lentejas. Es una verdadera tristeza que el histórico partido de los ciudadanos libres, independientes y emprendedores esté malbaratando el crecimiento del país a cambio de caprichos electoreros que le permitan a los padrinos seguir repartiendo emules entre los bien portados. Su abierto chantaje al gobierno es a todos los ciudadanos. Sostener que sus caprichos políticos son más importantes que las reformas energética y de telecomunicaciones debería avergonzarlos, pero no, parece que 12 años en el poder simplemente los volvió cínicos.
Digámoslo de una vez y abiertamente: las iniciativas presentadas por el presidente Peña Nieto en materia de energía y telecomunicaciones son extremadamente complejas desde el punto de vista técnico y son acordes a las mejores prácticas internacionales en ambas industrias. En pocas palabras, están bien hechas. El que diga otra cosa simplemente está defendiendo ideologías trasnochadas, intereses particulares o pretende sacar raja política. Lo que hemos visto de las negociaciones entre partidos son ocurrencias que le quitan coherencia al complejo y dinámico sistema jurídico diseñado por el gobierno. Cada modificación al sistema planteado por el Ejecutivo sólo deviene en imprecisiones y ambigüedades que restan atractivo a las inversiones. México no es una isla ni tenemos un tesoro oculto. Sino otorgamos a los inversionistas certeza jurídica simplemente se irán a invertir a otra parte y seguiré mos con un crecimiento mediocre.
Por ello, el PRI y sus aliados, junto con los diputados y se nadores del PAN que aún creen en los principios con que nació su partido, deben votar y aprobar por mayoría las nuevas leyes energéticas y de telecomunicaciones. En democracia el consenso no existe. Este sólo existe en las dictaduras, ya sean de caudillos o de partidos.
Para el ciudadano común no pasan desapercibidos los 194 días de violar la ley por aquéllos que las hacen. Si ellos la violan, ¿por qué no he de violarla yo?, se preguntan los ambiciosos y los marginados.
