2020.08.26
Vía El Economista
Irma Eréndira Sandoval, una mujer que de la academia pasó a la burocracia (es decir, nunca ha trabajado), subida en el ladrillo efímero del poder decidió vengarse de la revista Nexos y de todos los que en ejercicio de su libertad trabajan ahí. Como parte de sus acusaciones formuló una joya de la retórica retorcida: declaró a los colaboradores de Nexos culpables de ser “férreos defensores del Estado mínimo”, lo cual, por cierto, no es delito ni falta administrativa. Debemos entender, entonces, que la secretaria Sandoval es defensora del Estado máximo. Entiendo como tal, no sólo al Estado rector sino a un Estado que abiertamente interviene en la producción centralizada y monopólica de bienes y servicios. Tal vez no con los extremos de un Estado comunista en el que toda propiedad privada ha sido abolida, pero sí, quizá, algo similar a la abierta gestión económica de infinidad de sectores por parte del Estado, como la que vimos en los sexenios de Echeverría y López Portillo, y que llevó al país a la bancarrota.
Pero, ¿qué es el Estado? El Estado no es más que una abstracción. No existe. Existen los políticos y los burócratas, como Irma Eréndira, que son incapaces de brindar seguridad, de impartir justicia (98% de impunidad no es precisamente un éxito) o de fomentar el desarrollo económico. ¡Vaya que se han multiplicado los pobres con ustedes, Irma! Y aún así ¿piensas que los ciudadanos debemos renunciar a nuestras libertades, particularmente la de dedicarnos a lo que nos dé la gana, para otorgarles el monopolio de la producción de bienes y servicios a unos incompetentes como ustedes? Si no saben traducir al inglés la página de la Secretaría de Turismo ¿qué les hace pensar que son capaces para hacer nada si nunca lo han hecho?
Y es que, Irma, teorías van y teorías vienen, cada una más estrafalaria que la otra, pero al final toda la sociedad humana se puede reducir a dos grupos muy simples: los que trabajan y los parásitos. Los que trabajan por lo general sólo quieren que los dejen en paz y seguir trabajando para prosperar ellos y sus familias. Tienden a ser individualistas y, por tanto, liberales. Recelan de los colectivismos como yo de los trabajos en equipo en la secundaria, siempre hay uno que hace el trabajo y los demás se cuelgan de él. Por otro lado están los parásitos, los que dicen que vienen a salvarte y los necesitas para todo, como si fueras un inválido. Es el caso de ustedes, los políticos, los burócratas, los líderes sindicales, que viven del dinero y el trabajo de los demás y además lo usan como si fuera suyo. La realidad es que nosotros no los necesitamos a ustedes para nada, en todo caso son ustedes los que nos necesitan para poder vivir, porque no saben hacer nada de provecho. Se equivocan en su visión del pueblo mexicano. El mexicano es muy trabajador y sabe salir adelante solo y contra todas las adversidades. No necesita limosnas. Solamente necesita que no le estorbe la gente como ustedes, que todos los días pretende sacar raja. Su éxito en Estados Unidos es la prueba de que aquí, quienes sobran, Irmita, son todos ustedes: la clase política mexicana, y nos vamos a deshacer de ustedes más temprano que tarde.