El pasado viernes, el ingeniero Carlos Slim convocó a una conferencia de prensa en la que principalmente se enfocó a hablar en torno a la unidad nacional que en los días recientes ha tomado fuerza entre los mexicanos y de lo que representa el nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en términos de sus estrategias de negociación.
Algunos periodistas interesados en temas de telecomunicaciones le hicieron preguntas específicas relacionadas con la regulación de este sector en México. De acuerdo con una nota publicada en el diario Reforma, el presidente honorario de América Móvil hizo dos críticas centrales a la evolución de la regulación en nuestro país para el sector telecomunicaciones: 1) “que México es el único país que desde hace 15 años no tiene convergencia de servicios”, y 2) “que su empresa tiene que subsidiar a AT&T que es la compañía más grande de telecomunicaciones en el mundo, así como a Telefónica que es la más grande de Iberoamérica con más de 300 millones de pesos al mes”. Se trata de dos enunciados muy debatibles, que merecen ponerse en el contexto de lo que ha ocurrido en nuestro país desde 1996, cuando se creó la entonces Cofetel.
En primer lugar, cuestionar que México es el único país que no tiene convergencia de servicios desde hace 15 años es demasiado parcial, entre otras razones porque todas las redes de telecomunicaciones en México pueden estructurar una oferta convergente de servicios, con excepción sólo de las redes que explota América Móvil. Ello por razones de la falta de competencia efectiva que ha caracterizado al sector telecomunicaciones de México desde aquel año de creación de la Cofetel. La afirmación omite reconocer que México es uno de los pocos países en todo el mundo donde un mismo grupo mantiene una participación de mercado entre 65 y 70% en los segmentos fijo y móvil. En enero del 2012, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos sugirió que mientras México no se asegurara de controlar el desmedido poder de mercado de Telmex, no había condiciones para permitirle que explote servicios de televisión, particularmente, de televisión restringida, pues se corría el riesgo de que extendiera a este mercado el dominio que ejercía en los demás segmentos.
Hoy, sin tener autorización expresa para ello por parte del órgano regulador, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), Telmex ya tiene una participación en el mercado de televisión restringida de 17.1%, vía la concentración indebida en Dish, transacción que el IFT ya reconoció que sí ocurrió.
Por otro lado, no es verdad que América Móvil subsidie a operadores como AT&T o Telefónica. Enunciado que seguramente se deriva de que por ley, estos operadores no le pagan a América Móvil por terminar tráfico en la red de ésta. Se trata simplemente de una medida regulatoria que reconoce algo que América Móvil hizo durante años en perjuicio de sus competidores: no reconocer en sus tarifas al público costos por terminar tráfico dentro de su propia red. Lo que América Móvil puede cobrar a sus competidores no puede estar en función del tamaño de ellos en otros mercados de otros países. Para el caso, basta recordar cómo Telmex obtuvo durante años montos cercanos a los 800 millones de dólares por año, como resultado de las elevadas tarifas que los operadores de Estados Unidos le tenían que pagar por entregarle tráfico de larga distancia proveniente de aquel país. De hecho perdimos un panel en OMC por eso.
Comentario aparte…
Los precios de las gasolinas en Estados Unidos acumulaban 21 días consecutivos a la baja. Un comportamiento favorable de cara a la inminente decisión para los siguientes precios máximos de la gasolina en México.