2022.01.25
Vía El Economista
Por más que el gobierno del presidente López Obrador se empeña en minimizar en México las inquietudes del gobierno de Estados Unidos con relación a la reforma constitucional en materia eléctrica presentada a la Cámara de Diputados hace ya varios meses, es evidente que tanto al gobierno del presidente Biden como a legisladores demócratas y republicanos les preocupa de manera central la posibilidad de que la iniciativa en cuestión sea aprobada en los términos en que fue propuesta.
Así quedó de manifiesto con la reciente visita de la secretaria de Energía de Estados Unidos, Jennifer M. Granholm, quien no obstante se mostró cordial y de buen ánimo en las distintas imágenes que se difundieron a propósito de las diversas reuniones que sostuvo en nuestro país, entre ellas desde luego la que sostuvo con el presidente López Obrador y la secretaria de Energía Rocío Nahle, al término de su visita a México difundió un comunicado donde señaló con claridad que en cada una de sus reuniones “comunicó expresamente las reales preocupaciones de la Administración Biden-Harris por el potencial impacto negativo de las propuestas de reforma energética de México sobre la inversión privada de EUA en México”.
Pero no solo se limitó a informar los comentarios que expresamente hizo para cuestionar la reforma, sino que también, en ese mismo comunicado, la funcionaria estadounidense deslizó un pronunciamiento que claramente va en contra del pensamiento de la 4T con relación a las energías renovables, al señalar que “México ha sido bendecido con la abundancia de energía renovable potencial, que, de lograrse plenamente, podría generar al menos 10 veces la energía necesaria para su propio país, crear millones de trabajos bien remunerados, y desarrollar una extraordinaria industria exportadora preparada para un mundo necesitado de soluciones energéticas limpias”.
Digo que va en contra del pensamiento de la 4T sobre energías renovables pues los voceros de esta tanto en el ámbito del Poder Ejecutivo como en el Congreso de la Unión se han dedicado a cuestionar el papel de las energías renovables en la matriz energética de México, entre otras razones, por su “intermitencia”, además de que las asocian, dolosamente, con supuestos mayores costos que los que reporta la industria. Que la secretaria de Energía de nuestro vecino del norte venga y le señale en un comunicado al gobierno de México las bondades de las energías renovables es claramente un golpe difícil de digerir para una administración empeñada en regresar a México al modelo energético de los años setenta del siglo pasado.
En este contexto crítico se inserta también la respuesta que las secretarias de Comercio y Energía, junto con la Representante Comercial de EUA (USTR), enviaron a un legislador republicano, donde además de dejar claro que “compartimos sus preocupaciones con respecto a las reformas constitucionales propuestas por México y las acciones recientes que afectan a las empresas e inversionistas estadunidenses en el sector energético”, afirmaron que se mantienen comprometidas para asegurar un trato justo para los exportadores e inversionistas de EUA.
Así que es evidente que sí hay una preocupación manifiesta en el gobierno de EUA sobre la reforma energética, que aunque la 4T pretenda hacer como que no se entera de la misma, tarde o temprano crecerá en intensidad y provocará tensiones comerciales que terminarán por afectar el cierre del sexenio del presidente López Obrador. Estos nubarrones reales en la relación comercial terminarán por orillar a la 4T a tener que tomar en cuenta las advertencias que provienen del exterior para ajustar en gran medida, una reforma no solo mal diseñada y sustentada, sino también mal procesada, por la pretensión de imponerla sin aceptar argumento alguno de la oposición.
