Parece que en su afán por vendernos espejitos, las entidades públicas y los partidos políticos han perdido todo decoro en su publicidad y propaganda. Lo mismo el frijol se queja del gorgojo que el gorgojo del frijol. Lo único cierto es que la fantasía nunca coincide con la realidad y como dice un querido amigo, en un ejercicio puro de guadalupanismo de las telecomunicaciones, insisten en hablar de algo que nunca nadie ha visto ni existe. Tal es el caso del simpático comunicado 220 que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) emitió el pasado lunes y que la prensa escrita festejó sin mayor análisis, a manera de infomercial.
La tan cacareada y todavía inexistente red compartida mayorista parió otro comunicado. Ahora, nos dicen, atenderá 40 millones de usuarios, es decir duplicará la totalidad de los usuarios de las redes de Cuarta Generación (4G) que hoy operan Telcel, Telefónica y AT&T. La verdad, ¡suena a toda madre!
Pero tal vez habría que decir que la red compartida debió iniciar su construcción en el 2014 y aún no se ha instalado un solo fierro; vaya, aún no sabemos si en realidad existe algún valiente que se vaya a aventar una volado de alrededor de 7,000 millones de dólares sin tener un solo cliente garantizado. Recordemos que de acuerdo con la Constitución, la red compartida tiene prohibido vender sus servicios a usuarios finales, por lo que únicamente puede vender minutos de tiempo aire a Telcel, Telefónica, AT&T y Operadores Móviles Virtuales o MVNOs. Estos últimos están muy interesados pero tienen menos del 0.7% del mercado, así es que no pintan, por lo que la viabilidad de la red compartida depende de la voluntad de Telcel, Telefónica y AT&T.
Con las recientes adquisiciones de espectro AWS por parte de Telcel y AT&T, ninguna de las dos necesita para nada la banda de 700 MHz, que es lo único valioso de la red compartida. Sólo le queda Telefónica, y su interés dependerá del precio y las condiciones. Además, el simple uso de la banda de 700 MHz no hará crecer el mercado en 40 millones de usuarios por arte de magia, de otra manera esos usuarios ya los tendrían Telcel, Telefónica y AT&T. Lo que hace falta son torres, derechos de vía y poder adquisitivo, y nada de esto depende de la red compartida, por el contrario, la red compartida se enfrentará a los mismos desafíos y carencias a los que se han enfrentado los operadores privados por décadas.
La publicidad engañosa de la SCT también nos dice que la red compartida llegará al 85% de la población. Pues bien, Telcel, Telefónica y AT&T ya lo hacen. No hay nada nuevo bajo el sol. La cobertura de la red compartida y la de los operadores privados se empalma y ambas atienden zonas urbanas. Aunque la propaganda gubernamental ofreció que la red compartida atendería las zonas rurales, la realidad es que las bases de licitación atienden la cobertura poblacional, no la cobertura geográfica, lo que de manera tácita implica cubrir lo ya cubierto; más conectividad para los ya conectados, pero con subsidio. ¡Preciosa política pública!
En su afán de lucirse hasta en los proyectos más absurdos, la SCT se pinta sola. Se vanagloria en decir que el proyecto red compartida es único en el mundo, y quizá lo sea por el tamaño del riesgo y el descalabro financiero que su fracaso traería para el erario público, pero como lo que es de todos es de nadie, eso no importa. Aún así, es una mentira: Ruanda nos ganó con tan brillante idea, y cuando la SCT habla de mejores prácticas internacionales en materia de redes compartidas mayoristas, no nos confundamos, no está hablando de Norteamérica, Europa o Asia, en realidad está hablando exclusivamente de Ruanda.
Debo reconocer, sin embargo, que el comunicado de la SCT fue cuidadoso al decir que el proyecto red compartida va en tiempo y forma conforme a las bases de licitación, aunque fue omiso en señalar que lleva más de dos años de retraso conforme
