2019-11-15
Todo parece que este año no vamos a crecer, e incluso ya hay analistas serios que hablan de un crecimiento del PIB en números rojos.
Se ha escrito de esto hasta el cansancio, y una constante que explica el estancamiento económico es la falta de inversión, tanto pública como privada. En el caso de la inversión privada, la administración del presidente López Obrador no ha generado confianza entre los empresarios. Así de simple.
Las decisiones de política pública de la cuatroté no han hecho más que espantar a los capitales del país. Empezando por la costosísima decisión de cancelar el aeropuerto de Texcoco, así como suspender las alianzas con empresas privadas (farm outs) por parte de Pemex.
Incluso ya se habla de que Pemex podría perder para el próximo año el grado de inversión que dan las calificadoras, si es que esta empresa no levanta los niveles de producción de barriles. Esta situación impactaría directamente en el grado de inversión como país, lo cual sería todavía más grave.
Por otro lado, se etiquetaron en el PEF 2020 miles de millones de pesos en subsidios a grupos de población vulnerables, mediante programas sociales. Pero se está invirtiendo poco en la creación de capacidades físicas y sociales; educación, salud e infraestructura. Andamos en porcentajes respecto al PIB, muy por debajo de otros países de la OCDE.
El secretario de Hacienda, Arturo Herrera, sabe muy bien que es lo qué se tiene que hacer. Tan es así que el pasado martes, acompañado de los máximos líderes de cúpulas empresariales, le presentaron al presidente AMLO el Acuerdo Nacional de Inversión en Infraestructura con el Sector Privado. Diferentes proyectos para arrancar el 2020 con un valor de 160 mil millones de pesos.
Si estos proyectos se empiezan a detonar, más los que vaya a realizar el Gobierno federal con recursos públicos, puede ser que la economía mexicana empiece a despertar. Pemex y la Secretaría de Energía tienen también que valorar retomar los llamados farm outs. Éstas son inversiones multimillonarias que afectan positivamente el desarrollo de la economía. Esperemos que quepa la cordura antes que los sesgos ideológicos.
Si a todo esto sumado se logra la firma del T-MEC a finales de año, podemos inferir que el 2020 no será tan desafortunado como el año que cierra. Pero es claro que la creación de empleos y el bienestar social se da cuando hay crecimiento económico. Por más subsidios directos que se le quiera dar a la población, éstos, per se, no alcanzan y no resuelven ningún problema. Hay que crecer y distribuir: la mejor política social.