vía El Economista.
En el contexto de la solicitud de consultas por parte de la representación comercial de los Estados Unidos, la USTR, así como de la solicitud de consultas notificada también por el gobierno de Canadá, como una etapa preliminar al establecimiento de un panel de solución de disputas, que cualquiera de los tres países socios en el TMEC puede invocar cuando considere que sus intereses o los de sus inversionistas o empresas, están siendo perjudicados en virtud de alguna medida adoptada por alguno de los otros dos países parte que juzgue es inconsistente o violatoria de los compromisos asumidos, resulta especialmente preocupante que el presidente y diversos integrantes de su gabinete pretendan perfilar este asunto como uno de patriotas contra traidores, y no como lo que es, un asunto que definirá la imagen y el papel de México como un socio comercial confiable.
En mi carácter de funcionario de la extinta COFETEL, participé en un proceso de este tipo, en el ámbito de la Organización Mundial de Comercio (OMC), en un procedimiento de consultas iniciado por la USTR por lo que ellos consideraban incumplimientos de México a sus compromisos en materia de telecomunicaciones ante la OMC, que derivó en el establecimiento de un panel de solución de disputas en abril de 2002 que, habiendo revisado los argumentos de Estados Unidos y los de México desde luego, resolvió que nuestro país violaba diversos compromisos y que debía corregir su marco normativo para cesar esas violaciones, que sí favorecían artificialmente a Telmex.
Basado en aquella experiencia, puedo afirmar que el equipo de abogados de la USTR debe estar concentrado ya en la recopilación de evidencias adicionales sobre lo que ellos consideran violaciones a los compromisos de México, pero principalmente, en este momento deben tener una idea muy clara de la estrategia jurídica, los abogados y los expertos que acompañarán este proceso.
Entiendo que la secretaria de Economía, Tatiana Clouthier, como una mera estrategia mediática declare que México no está en incumplimiento del capítulo ocho del T-MEC, que es el famoso capítulo que sin leerlo bien y habiendo creído a ciegas lo que algún día les hizo creer Jesús Seade, todos han utilizado cual caballito de batalla como si fuera el texto que inmuniza por completo a la 4T en contra de todos sus excesos, incluido desde luego el presidente López Obrador, pero espero que se pongan a leer de manera serena la comunicación de la Embajadora Katherine Tai en la que se esbozan de manera clara los que serán los ejes de la disputa comercial con Estados Unidos, y seguramente con Canadá, y en los que queda claro que las violaciones o incumplimientos que se señalan de México tienen que ver con disciplinas que son de aplicación general, para cualquier sector de la economía, a menos que México hubiera incluido algún sector o actividad económica en una lista de excepciones expresas, lo que no ocurrió con la industria eléctrica o los servicios de transporte de gas natural, que son objeto de la queja, por ejemplo, y no con el capítulo ocho tan manoseado.
Ahora bien, espero que la secretaria de Economía en corto esté tratando de armar un buen equipo de defensa, que requiere la participación de un despacho de abogados de Estados Unidos, especialistas en el tema, que conozca las formas y métodos de la USTR. No obstante, conociendo el desprecio del actual gobierno por el conocimiento y la experiencia, combinado con la equivocada idea de la austeridad republicana, la probabilidad de que se puedan apoyar en una asesoría jurídica como la que señalo parece que es baja.
Seguir apostando al discurso de propaganda que pretende ubicar el problema con la USTR, el gobierno de Canadá y los inversionistas de ambos países como algo orquestado por lo que el presidente ahora denomina “conservadores criollos” es condenar a México a un fracaso seguro, y a un eventual aislamiento nocivo para el porvenir de los mexicanos, solo por seguir empecinado en vivir en el México de finales del segundo tercio del Siglo XX.
*El autor es economista.