En 2007, cuando se aprobó el modelo de reforma electoral vigente, los partidos tenían en mente prohibir la compra de spots en radio y TV por parte de políticos. En buena parte, su objetivo era frenar al entonces gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, quien estaba pautando una exitosa campaña de logros en ese Estado, pero con spots que se veían en todo el país.
El argumento para frenar al gobernador Peña en aquél entonces fue que no se debían utilizar recursos públicos para la promoción de la imagen de un servidor público. Este argumento fue expuesto —y repetido hasta el cansancio— por legisladores del PRI (que en esos tiempos jugaban con el senador Beltrones la búsqueda de la candidatura presidencial), del PAN y del PRD.
La reforma constitucional se aprobó en 2007 y prohibió la publicidad personalizada (aparición de la imagen y voz) de servidores públicos.
Lo que el Poder Legislativo tuvo en mente, como principio, fue prohibir la utilización de recursos públicos para promover la imagen personal de cualquier persona, con independencia de si era o no funcionario público.
Ahora, en los hechos, y con el beneplácito del Tribunal Electoral, los presidentes de los principales partidos políticos del país están utilizando cuantiosos recursos públicos para promover su imagen, esto, en la forma de millones de spots en radio y televisión, a través de los tiempos del Estado.
Desde 2014 a la fecha, Andrés Manuel López Obrador, dirigente nacional de Morena, ha transmitido más de 1.6 millones de spots. Ricardo Anaya, desde que fue electo presidente del PAN, ha usado cerca de 800 mil spots y más recientemente, el nuevo presidente del PRI, Enrique Ochoa, lleva pautados a partir del 16 de septiembre más de 16 mil spots.
Esto también lo hizo el ex presidente del PRD, Agustín Basave, y seguramente pronto lo hará Alejandra Barrales.
Lo que está ocurriendo es un contrasentido de lo que se quiso hacer en el 2007. Es decir, que la propaganda política —fuera de periodos electorales— no se personalizara, sino que fuera de carácter institucional. La idea era que todos los políticos tuvieran un mismo “piso parejo” para el momento de la competencia electoral.
Pero ahora, estamos en el peor de los mundos: sólo unos cuantos utilizan recursos públicos para promocionar su imagen y aspiraciones a costa del resto de la clase política.
Incluso la Ley General de Partidos, en su artículo 72, señala que la propaganda en tiempos ordinarios —cuando no hay elecciones en curso— tiene que ser de “carácter institucional” y prohíbe difundir “posicionamientos políticos”, algo que todos los políticos arriba señalados están incumpliendo.
El tema está que arde en todos los partidos políticos y si bien hasta ahora se han cruzado denuncias de un partido a otro por el uso de estos tiempos, se comenta que pronto habrá denuncias de militantes exigiendo el cese del uso unilateral y discrecional de estos tiempos por parte de sus dirigentes.
La Sala Superior del Tribunal Electoral tiene aún pendiente resolver varias de las quejas presentadas y no hay que descartar que antes de que sus seis Magistrados dejen el cargo se dicten reglas al respecto, a manera de evitar más desequilibrios en la carrera rumbo al 2018.
Quién inicio la mecánica de usar recursos públicos para la promoción personalizada fue López Obrador, pero para “empatarlo” otros partidos se subieron al mismo barco. Ahora es claro que les ha gustado la promoción personalizada a costa de los recursos de todos los mexicanos.
Así, unos y otros violan el espíritu de la ley electoral estableciendo un piso disparejo rumbo a la elección del 2018.
CAMBIANDO DE TEMAS La caída de la publicidad digital: los anunciantes más importantes del mundo se están dando cuenta que mucho del dinero gastado en publicidad digital fue un fiasco. El Wall Street Journal reveló el fin de semana que Facebook sobrestimó en un 80% el tiempo que la gente veía su publicidad. Y la multinacional japonesa de la publicidad, Dentsu, se tuvo que disculpar por cobros excesivos en internet a 111 empresas, entre ellas Toyota.
Al mismo tiempo, el WSJ reveló que multinacionales como General Electric y JP Morgan han lanzado auditorias para ver qué audiencias lograron sus campañas digitales. En México está pasando algo similar: la transnacional Procter & Gamble que tiene marcas como Pepto, Duracell, Pantene, Gillette o Ariel, entre muchas otras, está reduciendo su publicidad digital drásticamente y regresando a medios tradicionales. El tema central para las marcas es que en el mundo de la publicidad virtual no hay mediciones que garanticen audiencias, mientras que sí las hay en la TV y en los impresos.
Nuevo Plan de TV de Paga: AT&T está próximo a lanzar una nueva estrategia en Estados Unidos con la que espera dominar por completo el segmento de TV de paga. Con DirecTV Now, ofrecerá más de 100 canales premium a un precio agresivo, pero con un factor adicional de mayor impacto: el streaming de video en los dispositivos móviles no contabilizará para el consumo de datos de los usuarios de su red.
Seguramente es un tema que atraerá la discusión de los especialistas y del órgano regulador, la FCC, sobre todo en el marco del debate sobre neutralidad de la red, que por lo visto, es un debate inacabado.
Lo anterior, se da bajo el contexto actual del mercado de contenidos audiovisuales en Estados Unidos, en el que contrasta la pérdida de suscriptores de servicios de TV de paga tradicionales, con el éxito de los servicios de TV por Internet (OTT’s). En el segundo trimestre de 2016, los operadores tradicionales tuvieron una pérdida histórica de 665 mil suscriptores, mientras que Netflix, el principal operador de servicios OTT, llegó a 47 millones de suscriptores en ese país, cifra que representa el mismo número de usuarios que en conjunto acumulan AT&T y Comcast, los dos operadores más importantes de la TV de paga tradicional.