Tambores de guerra se escuchan en la radio, particularmente en las estaciones de MVS (Dish-Telmex), en los periódicos Reforma, El Universal y La Jornada, y en la revista Proceso. Tambores que anuncian la batalla que viene y que tiene que ver con la iniciativa de la nueva Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión que el presidente Peña Nieto enviará al Congreso de la Unión.
Los afectados aún velan armas, pero han logrado posicionar como el tema más trascendente de la reforma en telecomunicaciones al supuesto derecho de Dish-Telmex de retransmitir gratuitamente las señales de televisión radiodifundida. Digo que es un supuesto derecho porque los defensores de Dish-Telmex han hecho una interpretación excesiva y forzada de la redacción de los dos primeros párrafos de la fracción I del artículo octavo transitorio, confundiendo deliberadamente los derechos y obligaciones que de ellos se desprenden.
En efecto, la Constitución establece el must offer como la obligación de la televisión abierta de permitir a la televisión restringida (como lo es Dish-Telmex) la retransmisión de su señal, pero condiciona esta obligación, y por lo tanto el derecho correlativo, a que la retransmisión sea (i) en la misma zona de cobertura geográfica; (ii) en forma íntegra, simultánea y sin modificaciones, incluyendo la publicidad, y (iii) con la misma calidad de la señal original.
Si no se cumplen todas las condiciones, nadie tiene el derecho de retransmitir las señales, y mucho menos gratis. Dish-Telmex no cumple con estas condiciones, ya que, de manera totalmente arbitraria, toma las señales de televisión abierta de la ciudad de México y las retransmite en todo el territorio nacional.
Por otro lado, la propia Constitución establece la obligación de la televisión restringida satelital (como lo es Dish-Telmex) de retransmitir la señales de televisión abierta que cubran 50% o más del territorio nacional (mustcarry). Ojo, esto es una obligación, no un derecho, y es absurdo pretender que de una obligación puede nacer un derecho.
Más allá de estos fuegos de artificio, que han logrado distraer la atención del público sobre los temas medulares de la reforma, lo que está en juego son miles de millones de dólares al año que la dupla Telmex-Telcel dejaría de ganar si se implementan a cabalidad las medidas establecidas en la reforma y se eliminan las prácticas monopólicas que tan pingües ganancias han representado para los accionistas de América Móvil; tantas, que le han permitido al grupo comprar empresas de telecomunicaciones en toda América Latina, Estados Unidos y Europa, con cargo a los consumidores mexicanos, que seguimos pagando precios altos a cambio de servicios muy deficientes. Todo esto ha sido puntualmente documentado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.
No debemos dejarnos engañar, y pongamos atención puntual a la iniciativa del Presidente de la República. Hoy, como nunca, tenemos la oportunidad de dar un vuelco al sector telecomunicaciones, en beneficio de los consumidores; es decir, usted y yo.