Soy egresado del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) de la carrera de Economía, y hoy salgo en su defensa. Es una verdadera pena que alumnos de esta Universidad (o de cualquier otra) se hayan quitado la vida por presunta presión académica y maltrato del profesorado.
Me parece que las autoridades de la institución, y particularmente el rector, Arturo Fernández, están abiertos a escuchar las inquietudes del alumnado, y están reaccionando en consecuencia con una serie de medidas inmediatas para atender de mejor manera la parte emocional de los estudiantes.
Pero de ahí a desprestigiar al ITAM y a sus profesores como he leído en varios artículos de prensa y en redes sociales, no me parece ni correcto, ni justo. Aunque hoy sea lo políticamente rentable. Voy a hablar exclusivamente de la carrera de Economía que fue la que yo cursé.
Para empezar, hay que decir que la Licenciatura de Economía del ITAM es la mejor rankeada dentro de las escuelas de economía de México. Fuentes hay muchas para respaldar lo anterior, pero para consulta rápida está la que publica el diario Reforma de manera anual en su suplemento de Universitarios. https://comercial.reforma.com/libre/comercial/publicidad/universitarios.asp?item=universitarios.
Es cierto que el rigor académico es muy elevado. Desde el primer semestre hay que estudiar y en serio. La carga de trabajo, tanto en el aula, como en el hogar, es significativa. No es un día de campo estudiar economía en el ITAM. También es cierto que este nivel de exigencia provoca que muchos estudiantes abandonen la carrera y que pocos lleguen hasta el final, y mucho menos que se titulen. Yo me titulé varios años después de terminar la carrera en 1990. Creo que este es un elemento importante que revisar en cuanto al modelo pedagógico.
Me dieron clases Juan Carlos Belausteguigoitia, Georgina Kessel, Pablo Reyes, Isaac Katz, Ricardo Samaniego, Arturo Fernández, Fernando Solís, Félix Vélez, Antonio Bassols, y muchos otros. Todos extraordinarios profesores. Y sí, muy exigentes. Les mantengo aprecio a cada uno de ellos por sus excelentes cátedras y enseñanzas.
Para poner un poco de contexto debo de decir que después del ITAM tuve la oportunidad de estudiar una maestría en Políticas Públicas en la Universidad de Chicago. Haber estudiado en el ITAM me abrió la puerta, y sin lugar a duda, me dio sólidas bases para mi posgrado.
Otro dato. Un entrañable amigo mío, Carlos Vara, con quien cursé toda la carrera, también hizo un posgrado. Él se fue a Yale a un MBA. De las dos generaciones que en ese momento cursaban el MBA, el primer lugar de procedencia de universidades de origen era Harvard con 16 alumnos. El segundo lugar era el ITAM con 12. Esto de 400 alumnos. No hay duda respecto a la calidad académica del ITAM. Sus egresados han demostrado éxito, tanto en el sector público, como en el privado.