2017-11-16
El listado de objetivos de la Reforma de Telecomunicaciones se va cumpliendo en lo general. A saber, los precios de los servicios delinean una tendencia secular a la baja, las inversiones sobre todo de los jugadores competidores se ha traducido en notorios avances en la calidad de las redes, así como del acceso y cobertura, a partir de lo cual el acervo de capital de infraestructura de telecomunicaciones converge a los estándares tecnológicos internacionales. Todo ello con sus consecuentes efectos benéficos para la sociedad y en particular para los consumidores.
Sin embargo, ese inexorable. El elemento en incertidumbre no es el impulso competitivo cuyo motor son los jugadores del mercado, sino su sustentabilidad en el largo plazo que resulta del marco legal y regulatorio, y de los jugadores que lo determinan, como la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por ejemplo. Sus autónomas y expertas decisiones se traducen hoy en incertidumbre para la competencia efectiva y para los referidos beneficios sociales.
Promovido por los incentivos del agente preponderante por conservar su excedido dominio del mercado, por la vía del deshabilitamiento de la regulación asimétrica (como se ha instrumentado en aquellos mercados que hoy ostentan competencia efectiva), deja ver su intención de aplicar el principio de que todo tiempo pasado fue mejor. Claro, únicamente para ellos. Al respecto, sus empeños materializados en un amparo en contra del Artículo 131 resultó en la reversión del cobro asimétrico por interconexión (“tarifa cero”). Más recientemente, el IFT ha definido una nueva tarifa con menor spread asimétrico para el 2018.
¿Es suficiente este daño a las condiciones de operación competitiva? No para el preponderante. Ese jugador que ostenta que todo México es su territorio hoy además se inconforma a posteriori y advierte, amenaza, que emprenderá un nuevo procedimiento legal para invalidar poco a poco lo que no resulte a su conveniencia. Es claro que está en sus incentivos depredadores. Es claro también la afectación que puede tener en el consumidor y en la competencia.
Y la historia no acaba.
Otro procedimiento que circula en los tribunales es en contra de la prohibición que tiene el preponderante de discriminar tarifas de llamadas dentro y fuera de la red, el llamado efecto club, erradicado en los principales mercados en competencia por el desplazamiento competitivo que genera.
¿Qué otro elemento se habrá de invalidar para que el preponderante esté satisfecho? Se ve que va por todos, con sus implicaciones en contra de la reforma y sus elementos procompetencia.
Incluso, elementos adicionales no accidentales elevan barreras a la desconcentración del mercado, como la autorización de la compra de espectro en la banda de 2.5 GHz y la coincidente demora en su próxima licitación que debiera acompañarse de límites a la tenencia espectral.
Si esto fuera una película de la competencia efectiva en México, parecería verse en tecnicolor. Parecería ser una especie de regreso al futuro o una narración de cuando el destino nos alcance.
Muchos elementos del pasado son sin duda añorables. Pero no todos. El latifundio no, las desmedidas haciendas no, los estancos no, y así se puede seguir la lista. ¿Será que vislumbramos el retorno de los estancos y latifundios, ahora en una versión digital y de conectividad móvil? En un descuido, sí.