Sabemos que la prometida y largamente postergada migración hacia la televisión digital terrestre (TDT) constituye el avance más importante que este servicio haya registrado desde el inicio de las transmisiones a color. Sólo que ahora se trata de la potenciación de la calidad del audio y del video, a la vez que se libera el valioso y escaso recurso del espectro radioeléctrico, para la provisión de banda ancha móvil.
Sin embargo, el camino por el que ha transcurrido en México el diseño e implementación de esta política pública ha sido tortuoso. Ahí, la determinación de la o las fechas del apagón analógico se ha convertido en una obsesión, más que en el resultado de consideraciones presupuestales, tecnológicas, de cobertura, legales, de condiciones socio-económicas del país, entre otras. Con todo, la metodología de una estrategia de este tipo nunca debió apegarse a ningún tipo de caprichos.
CUATRO CONSIDERACIONES POR ATENDER
Son cuatro los puntos que conviene atender ante el inminente replanteamiento del proceso: penetración digital, licitación de nuevas cadenas, presupuesto y la generación de basura digital.
En términos de penetración, se sigue observando una limitante estructural. Recientemente el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) dio a conocer que el apagón analógico a realizarse el 29 de mayo en Monterrey, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros, será de nuevo retrasado debido a la baja penetración de los televisores y decodificadores. Esas ciudades registran penetraciones de 30, 43, 22, 27 y 23%, respectivamente.
En lo referente a las nuevas cadenas de televisión, en la reforma la transición a la TDT constituye un elemento clave para fomentar mayor competencia en radiodifusión, pues las nuevas cadenas operarán bajo este esquema de transmisión. Un problema es que el reiterado retraso del proceso compromete la viabilidad, en el corto y mediano plazos. De nuevo topamos con el problema de la limitada disponibilidad de dispositivos (decodificadores y aparatos digitales) para su sintonización.
Con la finalidad de resarcir los problemas antes señalados, el IFT ha propuesto replantear el proceso, cesando las señales analógicas por “huellas radiodifundidas”. Así, el apagón se concretará de acuerdo al alcance de las repetidoras y no a través de un listado de ciudades o municipios. Esta situación resulta positiva, pues evitará que poblados, no contemplados en la planeación del apagón, se queden sin señal televisiva debido a que la repetidora local se encontraba en un municipio/ciudad obligado a terminar emisiones analógicas.
Por su parte, la SCT anunció la entrega de 120,000 televisores digitales en municipios de Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila, los cuales difícilmente serán suficientes para remontar la baja penetración de la TDT. En este sentido, México será pionero a nivel internacional en la entrega de televisores.
Lo anterior llama la atención si se considera que no existe presupuesto suficiente para concretar la transición. En su momento la Cofetel estimó el requerimiento presupuestal de este proceso en 19,000 millones de pesos, mientras que en el PEF 2014 sólo se han aprobado 10,000 millones de pesos. Nos seguimos quedando cortos en el diseño.
Más aún, no debemos desatender la dimensión ecológica. ¿Sabemos si las autoridades municipales y estatales se encuentran listas para manejar la basura tecnológica? El número de televisores analógicos ascenderá a 50 millones de aparatos.
Con todo, resulta indispensable afinar la planeación del proceso de transición hacia la TDT. De ahí que la fecha sea un resultado de la planeación. Sólo así podemos aspirar a la migración a la TDT y aprovechar los beneficios que el nuevo marco regulatorio traerá consigo.