Cada vez está más próxima la discusión que necesariamente debe darse en México sobre qué hacer con respeto al futuro energético de nuestro país. Obviamente, cualquier discusión sobre el futuro energético de México pasa por revisar el modelo hasta hoy vigente de exploración y explotación de hidrocarburos. El tema no es sencillo para el Partido Verde, sobre todo, por el papel que los hidrocarburos tienen en materia de emisiones de C02 y su contribución al calentamiento global.
Sin embargo, lejos de oponemos a esta discusión, estaremos atentos para que en las opciones que se discutan y se lleguen a consensuar se incorporen políticas que fomenten un uso más eficiente de la energía y que fomenten una participación mucho más importante de energías renovables en la matriz de capacidad de generación de energía eléctrica en nuestro país, además de aseguramos que en las actividades relacionadas con la industria petrolera se incorporen los más altos estándares internacionales de seguridad para minimizar los daños al medio ambiente ocasionados por esta actividad o bien, para que existan las medidas que obliguen a la remediación oportuna de éstos.
Ahora bien, todos sabemos que el modelo de explotación de hidrocarburos en nuestro país se encuentra francamente agotado. Hoy tenemos a Pemex con un mandato para explotar nuestros recursos petroleros; también tenemos que, durante décadas, sus decisiones de inversión en actividades exploratorias y desarrollo de nuevos campos han estado sujetas al control de las autoridades hacendarías, entre otras razones, porque simplemente los ingresos generados por Pemex por la venta de hidrocarburos representan cerca de un tercio de los ingresos presupuestales del gobierno federal. Esto ha ocasionado que enfrente un entorno cada vez más complicado.
Algo similar le ocurrió a Colombia y su empresa estatal, Ecopetrol. Hacia mediados de la década pasada, tanto el gobierno como diversos actores políticos en ese país llegaron a la conclusión de que se requería modificar el modelo. Ecopetrol se encontraba en una situación donde la estrechez financiera sólo le permitía operar bajo una especie de inercia, con nulas posibilidades de revertir dicha situación, con el consecuente riesgo para Colombia de tener que empezar a depender de importaciones petroleras.
Por ello, el gobierno colombiano inició un proceso para capitalizar a Ecopetrol, mediante el cual colocó en manos de cerca de 500,000 colombianos 10% del capital de esta empresa, al mismo tiempo que se extrajo a esta petrolera del control de los ingresos fiscales del gobierno. Se creó también la Agencia Nacional de Hidrocarburos, que es la que ahora administra las reservas de hidrocarburos en esa nación. Mediante un esquema de regalías, se permite que inversionistas privados exploten yacimientos en Colombia, lo que ha permitido crear un escenario donde la empresa estatal ya no asume sola el riesgo exploratorio, sino que éste se distribuye entre varias. Obviamente, se adoptaron otro tipo de medidas que han contribuido a multiplicar los niveles de inversión casi en 11 veces, mientras que los ingresos por concepto de impuestos, regalías y dividendos han pasado de representar 11% de los ingresos del gobierno, a 24% hoy en día. Ecopetrol hoy ya no está sujeta a las disponibilidades financieras que le autorizaba la hacienda pública e invierte 10 veces más que antes. Los colombianos lo tienen muy claro: su industria petrolera hoy ya no se encuentra en riesgo, mucho menos su soberanía energética. ¿Seremos capaces de ser igual de audaces?
* El autor es Senador de la República.
Twitter: @gerardofloresr
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