Como parte del proceso legislativo para analizar y discutir las iniciativas de legislación secundaria en materia de telecomunicaciones y radiodifusión que actualmente tiene lugar en el Senado de la República, y de conformidad con el calendario aprobado en sesión de comisiones unidas de Comunicaciones y Transportes, Radio, Televisión y Cinematografía y Estudios Legislativos, se llevó a cabo el foro de análisis sobre la legislación secundaria, en el que participaron cerca de 50 ponentes.
Lo primero que puede decirse sobre este ejercicio es que fue de gran utilidad para los trabajos que habrán de realizarse para construir el dictamen respectivo, a pesar de las descalificaciones de quienes no estuvieron de acuerdo con la conformación de la lista de ponentes. Hubo una importante participación de especialistas en temas diversos previstos en las iniciativas y, desde luego, en la Constitución.
En el caso de la iniciativa remitida por el presidente Peña Nieto al Senado, puede afirmarse que hubo múltiples voces que reconocieron avances importantes. También las hubo que señalaron lo que desde su óptica consideran como errores u omisiones. Sin embargo, es preciso distinguir entre estas voces las de quienes en forma seria y responsable argumentaron sus razones por las que consideran que determinadas disposiciones están mal planteadas, o bien que explicaron por qué consideran que determinados temas no están bien cubiertos o atendidos en la iniciativa presidencial, y aquellas voces que simplemente acudieron al Senado con la misión de descalificar retóricamente esta misma iniciativa, atreviéndose a recitar supuestas violaciones de la Constitución y a advertir del fracaso que tendrán diversas disposiciones.
La pluralidad en las posturas sobre los aciertos y los errores de un proyecto con la complejidad que implica el que hoy está bajo estudio en el Senado, siempre es bienvenida. Sin embargo, en aras de lograr un producto legislativo que verdaderamente contribuya a mejorar el bienestar de los mexicanos, no podemos permitirnos caer en el juego de quienes sin atreverse a estudiar siquiera qué es lo que han hecho bien y lo que han hecho mal otros países en materia de regulación de las telecomunicaciones y la radiodifusión, sí se atreven a arengar en contra de una propuesta simplemente porque algún alma trasnochada que aún sueña con pelear contra los demonios que aquejaron a nuestro país en los setenta les dijo que el proyecto de legislación es un intento de regreso al autoritarismo.
Son los mismos que viven en el México del siglo pasado, que se oponen con vehemencia a que modifiquemos el modelo de explotación de nuestros hidrocarburos, aun cuando ello signifique limitar las posibilidades de generar mayor bienestar para millones de mexicanos; son los mismos que vieron con recelo la reforma educativa, cuyo único propósito es generar mejores condiciones para que los mexicanos tengan acceso a servicios educativos de mayor calidad; son los mismos que no dudan un segundo en hacerle creer a los demás que el problema de México es la televisión y no los servicios de telecomunicaciones, o quizás estos últimos simplemente se entremezclan con los otros porque son clientes fáciles. En síntesis, son los mismos que le escatiman a los mexicanos cualquier avance en aras de una sociedad más desarrollada.
No obstante ese tipo de posturas que no aportan, si uno revisa con cuidado las ponencias de todos los participantes, encontrará un grupo de temas que ameritan ser revisados con el afán de construir una mejor legislación secundaria. Estoy seguro que eso hará un importante número de colegas senadores.
El autor es senador de la república.