2018-12-12
El miércoles 18 de febrero de 2015 publiqué en estas páginas un artículo titulado La red compartida: corrupción y espionaje, que me parece pertinente recordar a raíz de la detención en Canadá de la directora de finanzas e hija del dueño de Huawei cuando hacía escala con destino a la Ciudad de México. Con la eliminación de aspectos que hoy no son relevantes y la omisión de algunos nombres de personas que ya no están en el servicio público, el texto es el siguiente:
“[…] el pleno de la Cámara de Senadores solicitó a la Secretaría de la Función Pública y a la Auditoría Superior de la Federación investigar al ex presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) […], por la contratación de […] por 100 millones de pesos a cambio de menos de 100 páginas. El documento, pletórico de generalidades y lugares comunes, pretende justificar la construcción por parte del gobierno Federal de una red pública compartida que monopolizaría la totalidad de la banda de 700 MHz.
Pero la historia viene de más atrás, de cuando Huawei andaba de foro en foro por toda Latinoamérica promoviendo un proyecto que traía en México para construir una red pública compartida con el estándar asiático […]. Después, el pleno de la Cofetel, […] adoptó para México el estándar asiático sin tomar en cuenta los graves problemas que tendremos con los Estados Unidos, particularmente en materia de espionaje y seguridad nacional.
[…]
Luego vino ese mercado de favores y compromisos que fue el Pacto por México, y […] condicionó el voto del PAN en temas sensibles para la administración del presidente Peña Nieto, a cambio de que se incorporara a la constitución el negocito de […], que aunque va a ser un verdadero fracaso -porque los números no dan, el modelo está mal hecho, sus supuestos clientes no lo quieren ni ver y para usarlo vamos a tener que traer dos teléfonos-, antes de morir va a comer miles de millones de dólares. En fin, que así llegamos a tener ese bodrio en la Constitución.
Pero el problema apenas empieza. Queriendo hacerse rico con sus tres años de alta burocracia, […] se metió entre las patas de los caballos y su red compartida, con tecnología asiática, proveedor y operador chinos, está por dar lugar a un encontronazo entre los Estados Unidos y China, en el que México (como si nos faltaran problemas) será el jamón del sándwich. Estados Unidos y Australia han expulsado a Huawei de su territorio por espiar para el gobierno chino. China Telecom, a quien cándidamente el secretario Ruiz Esparza le ofreció la red compartida, es una unidad de espionaje del ejército chino, según lo ha dado a conocer la consultora en seguridad cibernética Mandiant.
Evidentemente, Estados Unidos nunca van a permitir que China Telecom opere equipos de Huawei en la banda de 700 MHz (que ellos utilizan para seguridad nacional) a pocos kilómetros de la flota del Pacífico en la Base Naval de San Diego. Y peor para nosotros, las principales acusaciones son por espionaje industrial, así es que a ver qué empresa de alta tecnología decide instalarse en México cuando el gobierno chino va a estar escuchando todo […].”
Aunque la red compartida está siendo desarrollada por Altán y no por China Telecom, el gobierno chino tiene una participación indirecta en aquella a través de un fondo de inversión. De igual manera, el principal proveedor tecnológico de la red compartida sigue siendo Huawei, a quien ya no sólo Estados Unidos y Australia acusan de espionaje. A las sanciones contra la empresa se han sumado Reino Unido, Alemania, Canadá, Nueva Zelanda, Japón y Corea del Sur. El conflicto ha escalado y ahora China prohíbe la venta del iPhone en su territorio y ha advertido a Canadá sobre las graves consecuencias que tendría la extradición de Meng Wanzhou a los Estados Unidos.
La red compartida aún no logra despegar, principalmente por falta de tráfico y ha incumplido en el pago a muchos de sus proveedores. Los problemas de Huawei con Estados Unidos y sus aliados repercutirán gravemente en el proyecto insignia en telecomunicaciones del pasado gobierno Federal.
