En telecomunicaciones, el ingeniero Slim es un viejo lobo de mar y se las sabe de todas, todas. No es casualidad que a lo largo de los últimos 28 años haya logrado mantener su poder a pesar del ingreso de empresas de primer nivel, tanto nacionales como extranjeras. En un primer momento logró casi extinguir a los competidores que entraron a competir en el mercado de larga distancia. Grupos poderosos como Alfa, Banamex, la anterior AT&T o la entonces exitosa MCI fueron agotadas hasta la inanición y tuvieron que vender, fusionarse, concentrarse en nichos específicos o, de plano, cerrar operaciones. Más adelante, empresas de telefonía local como Maxcom o Axtel tuvieron que pasar por reestructuraciones de activos y deuda, fusiones o, una vez más, enfocarse en nichos. Nunca tuvieron una oportunidad real de competirle a Telmex en el mercado abierto. En telefonía móvil, el ingeniero Slim inventó el servicio de prepago y recargas de tiempo aire que se vendían hasta en los semáforos y gigantes como Verizon o Vodafone, que nunca entendieron el mercado mexicano, tuvieron que tomar sus pérdidas e irse de México.
Sí, el ingeniero Slim es un empresario creativo y audaz, pero también ha defendido sus intereses de manera enérgica mediante el cabildeo o en tribunales, así logró varias veces tirar las declaraciones de dominancia que se intentaron para prevenir y corregir prácticas anticompetitivas. Hasta antes de la reforma, la legislación y las autoridades administrativas eran tan débiles que carecían de los instrumentos necesarios para establecer un piso parejo para la competencia. Así, a finales del sexenio pasado, la OCDE emitió un reporte sobre las deficiencias del mercado mexicano e hizo recomendaciones para su corrección. Tomando como base el reporte de la OCDE, el presidente Peña logró implementar la reforma, promulgar una nueva Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión y crear un nuevo órgano constitucional autónomo, con sustento constitucional e integración transexenal: el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT). De todas las medidas adoptadas por la reforma, la que más ha molestado al ingeniero Slim ha sido la obligación de compartir la infraestructura de Telmex y Telcel y la de vender a sus competidores servicios al mayoreo a precios regulados con base en un modelo de costos. Por ello, recién nacida la reforma, escindió las torres de América Móvil y creó una nueva empresa que, aunque forma parte del mismo grupo de control, opera como una empresa independiente estructuralmente separada de América Móvil: Telesites.
Telesites ha sido una exitosa empresa de infraestructura que en el 2017 generó una utilidad operativa de 1,437 millones de pesos, aunque en teoría sus precios y operaciones deben ser controlados por el IFT para que no discrimine entre Telcel y sus competidores. En un paso adicional, el IFT ordenó la separación funcional de Telmex para que subsidiarias de ésta, con un gobierno corporativo y activos independientes, presten servicios mayoristas y compartan infraestructura con los competidores mediante precios y operaciones reguladas por el IFT. Es decir, ordenó a Telmex hacer con su infraestructura fija de acceso al usuario algo similar a lo que se hizo con Telesites.
Durante las negociaciones entre Telmex y el IFT, aquélla pretendió condicionar la separación funcional a que (I) se le eliminara la regulación de precios tope, la equivalencia de insumos y la replicabilidad técnica y económica de los servicios que presta a los competidores; (II) se eliminaran las obligaciones en materia de telefonía rural, telefonía pública e indicadores de calidad, y (III) se autorizara la prestación de servicios de televisión, prohibidos desde la concesión de 1990. Sabedor de las consecuencias anticompetitivas de estos condicionamientos, el IFT se negó y ordenó en definitiva la separación funcional de Telmex sin ceder ante presiones.
Ahora, Telmex, además de impugnar la orden del IFT, ha decidido echar a andar a su sindicato, quien ha emplazado a huelga para el próximo 25 de abril, en una medida más de carácter político que laboral, ya que desde el 2013 Telmex y el sindicato convinieron respetar los contratos colectivos de trabajo ante una eventual separación de la red local de Telmex. No tengo duda de que el IFT defenderá con firmeza su decisión.